Una mirada hacia la familia
Consuelo Serrato de Plazas
¿En algún momento de la vida has experimentado sensación de angustia o ansiedad ante la imposibilidad de conectarte a la red digital durante cierto tiempo, dificultando con ello estar al día en materia de eventos vinculados a relaciones sociales virtuales?
A este hábito de conducta -casi instintivo y aparentemente inofensivo- se le suele denominar Síndrome FOMO, fenómeno psicológico que proviene de la expresión inglesa Fear of Missing Out y que traduce «miedo a perderse algo», en el caso específico, a mantenerse alejado de lo que pueda estar ocurriendo en la red y ello hace que la persona advierta sensación de malestar al sentirse excluido del entorno digital.
Bajo esta premisa es dable destacar que aun cuando las conductas adictivas generalmente suelen estar asociadas al consumo de sustancias psicoactivas, a la hora de enfrentamos al fenómeno de las dependencias, surgen las denominadas adicciones sin sustancia o comportamentales, tal es el caso de la interacción a través de las nuevas tecnologías. Dicha tendencia ha sido definida como una «conducta repetitiva que produce placer y alivio tensional, sobre todo en sus primeras etapas, y que lleva a una pérdida de control de la misma, perturbando severamente la vida cotidiana, a nivel familiar, laboral o social, a medida que transcurre el tiempo».
En efecto, esta es una realidad que suscita gran preocupación dados los efectos colaterales negativos que trae consigo, pues si bien no se halla codificado como un trastorno del comportamiento, a la postre podría desencadenar en un patrón adictivo como resultado de la inclinación compulsiva a consultar las redes sociales en la rutina diaria, al extremo de perder el control sobre la frecuencia del tiempo.
Estudiosos del tema recalcan que el hecho de mantenerse conectado a las redes, «reduce el estrés, lo que trae consigo la dependencia psicológica, y por ende la necesidad de volverse a conectar, tal como sucede con el individuo que necesita del alcohol para «sentirse bien». Evitemos normalizar tales actitudes. No seamos cautivos de tan nociva práctica, pues como atinadamente lo afirmara Confucio: «Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos».