En medio de la cuarentena, los habitantes de la vereda Buenos Aires del municipio de Palermo, han hecho uso de la labor humanitaria que prestan los soldados desminadores en esta zona del Huila.
El puesto de primeros auxilios instalado por el Batallón de Ingenieros de Desminado Humanitario N.° 5 de la Novena Brigada y atendido por el enfermero socorrista Deider Solano Olea, en la vereda Buenos Aires del municipio de Palermo, Huila se ha convertido en una bendición para los pobladores del sector, que no solo agradecen las labores de desminado, sino la oportunidad de recibir una atención a tiempo a sus accidentes y quebrantos de salud.
Esta es la historia de doña Florinda Solano, una mujer que a sus 84 años se caracteriza por ser una luchadora incansable que a diario se levanta muy temprano para iniciar sus labores agrícolas y aunque vive sola, aprovecha su situación para labrar diariamente la tierra.
Su vivienda se encuentra ubicada a escasos cinco metros de distancia del lugar donde se encuentra ubicado el puesto de primeros auxilios, pero a dos horas del casco urbano del municipio de Palermo, de ahí que hoy sus vecinos más cercanos son los desminadores, que se han ganado su aprecio y amistad.
Ellos, los soldados desminadores, no la desamparan, ante la difícil crisis desatada por la pandemia, han sumado esfuerzos para brindarles su apoyo con víveres no perecederos y ella a su vez agradece sus gestos humanitarios, brindándoles una bebida refrescante cuando estos bajan del área peligrosa donde trabajan centímetro a centímetro para entregar esta zona libre de sospecha de minas antipersonal, pues sabe de primera mano lo que es laborar bajo el inclemente sol opita.
Los ángeles de doña Florinda
Fue precisamente el vínculo de amistad que se ha fortalecido, el que llevó a sospechar a los desminadores que algo no estaba bien con doña Florinda, y fue el soldado Deider Solano, socorriste de la unidad, quien asumió la labor de buscarla al notar que pasaban las 12 del mediodía y la anciana mujer no había llegado a casa, tras anunciar que se dedicaría a limpiar unas matas de café, tarea en la que no demoraría mucho tiempo.
Tras recorrer un kilómetro, el soldado encontró a doña Florinda sentada en una piedra con evidentes signos de estar sufriendo un golpe de calor. La mujer expresó estar mareada, pero al momento de ponerse en pie, empezó a temblar y la mirada se tornó blanca, por lo que, a gritos, el soldado pidió a sus compañeros apoyo para trasladarla en una camilla hasta el puesto de primeros auxilios.
Una vez en el sitio fue canalizada y le pasaron líquidos, logrando que doña Florinda se recuperara rápidamente, momento que fue aprovechado para agradecer a los soldados, “a sus ángeles”, como los llamó, por buscarla y lograr que ella regresara estable a casa.
Como doña Florinda son varios los pobladores que han hecho uso de la labor humanitaria que prestan los soldados desminadores en esta zona del Huila, la que les permite ratificar que su misión, es la de salvar vidas.
