La Nación
“Solo quiero graduarme como abogado” 1 17 abril, 2024
(No Aplica) sur colombiano NEIVA

“Solo quiero graduarme como abogado”

AMAURY MACHADO RUEDA/LN

Es el menor de 8 hermanos, y el único de ellos que se animó por estudiar una carrera profesional. Julio Cesar Gutiérrez Ramírez se matriculó en el año 2004 en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Surcolombiana, donde soñaba con el honor de graduarse como abogado. Pero 4 años después, su destino dio un vuelco total.

A mediados del 2008, debió ser hospitalizado por una toxoplasmosis encefálica, una infección parasitaria que afecta el cerebro y es más frecuente en la población de pacientes con el virus VIH, cuyo sistema inmunológico es débil.

Los exámenes médicos detectaron y confirmaron el devastador diagnóstico. Julio Cesar había entrado ahora a conformar el temido grupo de las aproximadamente 180.000 personas en Colombia infectadas con este virus que no discrimina género, estrato socio económico o nivel de educación.

Según indica el estudiante neivano de 34 años de edad, sus capacidades para rendir académicamente se vieron disminuidas. Además de la debilidad que siente en el cuerpo, la toxoplasmosis cerebral afectó su concentración y memoria. De manera paulatina le dependió también anemia y cirrosis hepática la cual le produce entre otros síntomas, la acumulación de líquido en el abdomen, dificultad para orinar y caminar.

“El semestre pasado me extrajeron 5 litros de líquido y ya pronto tendrán que drenarme de nuevo”, asegura Julio Cesar.

A la par, tuvo que emprender otra batalla legal, la de lograr que la EPS le suministrara los medicamentos, suplementos alimenticios esenciales, así como el tratamiento integral que requiere para salvaguardar su vida.

Desde que le diagnosticaron la enfermedad, Julio Cesar padece de diarrea crónica, que lo obligaba a salirse de clase varias veces. Pese a esto y a las continuas recaídas y hospitalizaciones de urgencia que le hacían imposible culminar el semestre académico, el estudiante de Derecho seguía empeñado en hacer realidad su sueño de convertirse en un profesional.

Continuaba matriculándose cada semestre aunque en varias ocasiones, más adelante tuviera que cancelarlo y “perder el dinero”. Sin embargo una serie de conductas y hechos que presentó con un docente, llevaron a que el Consejo de Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, el 6 de marzo de 2017 determinara abrir investigación disciplinaria en contra de Julio Cesar Gutiérrez.

Como consecuencia, el pasado 5 de junio de 2018, el Consejo Académico de la Universidad Surcolombiana mediante la Resolución 025, resolvió recurso de apelación y confirmó la sanción al estudiante de suspensión de la matrícula por 6 semestres, que había sido proferida por el Consejo de Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en fallo de primera instancia del 3 de abril del 2018.

 

La agresión

Todo inició el 2 de noviembre de 2016, en la clase de Derecho Procesal Probatorio, del docente Ricardo Moncaleano Perdomo, el mismo con quien, según cuenta Julio Cesar, había repetido tres veces la materia de Derecho Procesal Civil, prerrequisito para continuar con las otras asignaturas.

El profesor programó el segundo parcial del curso, cuyo porcentaje concentraba del 30 por ciento de la nota final. Julio Cesar le solicitó entonces al docente Moncaleano Perdomo que le aplazara el parcial porque se encontraba enfermo, a lo que éste se negó. El estudiante le reclamó llorando, pues admite ser muy sensible.

El estudiante portador de VIH, relato a Diario LA NACIÓN su versión de lo sucedió. “El profesor me respondió ay preséntelo como quiera, cuando quiera, porque usted siempre sale con esas cosas, porque usted es un chillón, un llorón, sea hombre, y comenzó a gritar. Le dije que por favor no se expresara así de mí, que me respetara. Yo por el calor del momento, y aceptó ese error, lo empujé, estaba cegado por la tristeza y la herida causada por la respuesta del profesor. Otro compañero mío intervino, me agarró y me dijo que me calmara. Y el profesor seguía gritándome que yo era un chillón”.

“Ahí comenzó mi verdadero calvario, porque al otro día cuando fui a clase el profesor me vio y me dijo que me saliera y yo me negué. Así que él salió y trajo al celador y me sacó de clase. Estábamos en Los Comuneros, en el consultorio jurídico de la universidad. El celador me cerró la puerta en la cara y no me dejó ingresar”.

“Así continuó en las clases, el profesor me veía y me decía otra vez usted acá, y se iba con todos mis compañeros. O le decía a los demás, si este señor no se va salir entonces no doy clases y se iba. Mis compañeros me decían entonces sálgase que por su culpa el profesor no nos va a dar clase, usted nos va a perjudicar”, añade Julio Cesar.

 

Proceso disciplinario

La moneda tiene dos caras. En la declaración rendida por el docente Ricardo Moncaleano Perdomo en la investigación disciplinaria, y constatada por los demás estudiantes como testigos presenciales de los hechos, refiere que cuando Gutiérrez Ramírez le reclamó llorando que le aplazara el parcial, “…le respondió que asumiera el rol de estudiante y como tal se presentara a cumplir sus funciones académicas, que estaba cansado que todos los semestres y cada que hay parcial tome la misma actitud de no presentarlos con el pretexto de que está enfermo”, se señala en el expediente de la investigación disciplinaria.

El docente decidió retirarse del salón y el estudiante Julio Cesar lo siguió por el pasillo. “…al encontrarse cerca de las escaleras del tercer piso, el estudiante Gutiérrez Ramírez le propina un golpe con una mano en la espalda y en el cuello del profesor, agresión que lo hizo tambalear y casi perder el equilibrio, siendo necesario que algunos estudiantes intervinieran y evitaran otra agresión”, se menciona en el expediente.

Ese mismo día, Julio Cesar presentó queja escrita en contra del docente Ricardo Moncaleano y solicitó se le aplazara el parcial y le asignaran un nuevo docente.

El jefe del Programa de Derecho para la época, Gabriel Orlando Realpe, mediante correo institucional dio respuesta al estudiante, indicándole que debía presentar el parcial en la jefatura del programa el día 3 de noviembre de 2016 a las 8:00 a.m.

A pesar de lo anterior, al día siguiente Julio Cesar se presentó en ese horario pero en la clase del profesor, en el consultorio jurídico. “….ante lo cual el profesor Moncaleano Perdomo atemorizado por la posibilidad de una nueva agresión física le indica que el parcial lo debe presentar en las instalaciones de la jefatura y que se retirara del recinto. Al negarse a salir del aula de clase, fue necesario que algunos compañeros le solicitaran que abandonara el lugar y hasta le dieran dinero para sufragar los gastos de transporte y que el vigilante lo acompañar a la salida, tal y como se corroboró en las declaraciones rendidas por el docente y algunos estudiantes”, menciona el expediente.

El 9 de noviembre de 2016, Julio Cesar Ramírez se presentó de nuevo en el salón, en la clase de Derecho Probatorio, “…donde el docente atemorizado, le solicita que se retire para él orientar la clase, el estudiante hizo caso omiso y el profesor decide retirarse del salón. El estudiante sin autorización, con su celular graba a los compañeros que permanecían en el salón diciéndoles que eran unos cobardes”, consta en el archivo del proceso disciplinario.

Para el 18 de noviembre de 2016, mediante escrito el estudiante involucrado pidió disculpas públicas al docente Ricardo Moncaleano Perdomo y a los compañeros del curso.

“Entré totalmente en depresión. El docente que me había sido asignado me daban solo la mitad de las clases y eso fue a la carrera, no pude continuar y tuve que cancelar semestre”, cuenta Julio Cesar.

 

“No hubo vulneración de derechos”

La Personería Municipal de Neiva actuando en representación de Julio Cesar Gutiérrez interpuso acción de tutela en contra del Programa de Derecho de la Universidad Surcolombiana, por vulnerar los derechos fundamentales de salud, debido proceso y vida digna.

Dicha acción de tutela fue admitida el 30 de noviembre de 2016 por el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Neiva. El Juez de la República en fallo de segunda instancia respaldó que no hubo vulneración del debido proceso disciplinario toda vez que no se demostró lo contario, y negó el amparo constitucional a la tutela.

Pero ahí no paró todo. El 8 de febrero de 2017, mientras el docente Moncaleano Perdomo se encontraba en clase, Julio Cesar empezó a grabarlo con su celular. El profesor debió retirarse al fondo del salón pero Gutiérrez Ramírez lo persiguió con su celular para continuar con su video, logrando que el maestro se exasperara y le llamara la atención.

Esto fue la gota que llenó la copa, y produjo que al siguiente 10 de febrero, el docente presentara queja contra el estudiante bajo el argumento de que, “en  estado de asistencia lo perseguía en toda la clase, graba y toma fotos”, lo cual dio lugar al proceso disciplinario en contra de Julio Cesar Gutiérrez.

 

Falta gravísima

Leonel Sanoni Charry asumió hace dos meses como Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Usco. Señala que a los estudiantes que incurren en faltas al manual de convivencia se les hace un proceso de carácter disciplinario donde se les dan todas las garantías, se escuchan a las partes, se recaudan pruebas, para poder así determinar unas sanciones.

“De lo que puedo dar fe es que este es un fallo en estrictos argumentos jurídicos, no hay ninguna subjetividad, ninguna mala intensión de parte de las autoridades de la Facultad de querer sancionar a un estudiante porque sí, independientemente de la situación delicada de salud que vive, y aquí estamos valorando la conducta como tal del estudiante”, dice el Decano.

Indicó que, representado por una defensora asignada por el consultorio jurídico de la universidad, Julio Cesar Gutiérrez tuvo una participación activa dentro de este proceso, asistió a todas las declaraciones y aportó pruebas.

Lizeth Vargas Sánchez, asesora jurídica de la Facultad, explica que existen faltas leves, graves y gravísimas. “El artículo 58 del acuerdo 020 del 2010 del Manual de Convivencia de la Institución, establece que causar una lesión, una agresión a un docente, a un estudiante o a un administrativo se entiende como falta gravísima. Con las pruebas que se recaudaron, el Consejo de Facultad determinó que la falta se presentó a título de dolo, lo que conlleva a una sanción de 4 a 8 semestres, según el Manual”.

El estudiante fue investigado por dos cargos, agresión física y hostigamiento, ya que a pesar de que se le advirtió que no debía asistir a las clases con el docente Moncaleano Perdomo y que tenía otro profesor asignado, él de manera insistente se rehusaba a acatar estas órdenes e impedía el desarrollo normal de las clases, mencionó la Asesora.

“Por el primer cargo se le impone lo mínimo que es 4 semestres por ser una falta gravísima, y por el segundo cargo existente, dos semestres más. Es de anotar que al estudiante se le tuvo en cuenta la disculpa que presentó por escrito al docente, causal para disminuir la sanción, por eso esta no fue de 8 semestres sino de 6”, explica Vargas.

Asegura también que el Consejo de Facultad no puede determinar si hubo agresión verbal por parte del docente. “La única autoridad competente para demostrarlo es el control interno disciplinario de la universidad, entonces hasta tanto no exista un fallo en contra del doctor Ricardo Moncaleano que diga que efectivamente él cometió una agresión verbal contra el estudiante, entonces no podemos afirmar que existió tal agresión”.

 

“Sanción de muerte”

Las materias de Consultorio 2, 3 y 4 son, según manifiesta el estudiante Julio Cesar Gutiérrez, las que le restan para finalizar el pensul académico. Pero ahora con la sanción que recibió, el panorama ya no es el mismo.

“Poder terminar mi carrera es mi motivación, mi aliciente, mi satisfacción. Tantos años tratando sacarla con dificultades, y todo se derrumba. Para mí la sanción de 3 años representa una cadena perpetua. Mi enfermedad es degenerativa. Mi vida está en contrarreloj, y no tomaron en cuenta mi situación de salud, fueron unos intransigentes, insensibles. Me están vulnerando el derecho a tener una vida digna, pues mi mamá que ya traspasa la barrera de la tercera edad es la que me ayuda con los gastos económicos, de qué voy a vivir entonces. Con esa sentencia me dijeron váyase y no vuelva nunca”, expresó.