La Nación
Subió para quedarse 1 25 abril, 2024
MENSAJE DE VIDA

Subió para quedarse

«En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándolas a cumplir todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». (Mateo 28, 16-20).

Padre Elcías Trujillo Núñez

La Ascensión del Señor que celebramos hoy, nos revela algo más que su presencia invisible en medio de nosotros. Nos revela cómo se va a acabar nuestra vida terrenal. Creo que ésta es una pregunta que nos inquieta a todos. Y la fiesta de hoy nos da la respuesta: nuestro final será una ascensión. Nuestra presencia aquí, prefigura, anuncia y prepara la gran asamblea final en torno al Señor. Dentro de poco, la vida nos dispersará; pero será solo algo transitorio, hasta que llegue la hora de nuestra ascensión final. Todo es transitorio: alegrías, tristezas, bienes. Porque todo lo que pasa aquí abajo en esta tierra es transitorio. Cuántas veces nos desanimamos por cualquier contrariedad, cualquier sufrimiento y cruz, diciendo: no es posible que Dios exista y permita estas cosas; no es posible que Dios dirija nuestra vida y que la transforme de esta manera. Sí, es verdad que las cosas no nos resultan siempre fáciles. Pero esperemos, tengamos paciencia, no juzguemos hasta haber visto el final. Porque sabemos ya por experiencia que después de la Pasión y del Calvario viene siempre la Resurrección y la Ascensión.

Por eso, toda tristeza es transitoria. ¿Por qué recé y no me escuchó Dios? Porque Dios se reserva el derecho de darme muchas cosas y mucho mejores que las que yo me atreví a pedirle. ¿Por qué sigo enfermo, sin fuerzas? Porque pronto quedaré curado para siempre. ¿Por qué tengo que lamentar la muerte de una persona querida? ¿O por qué la vida me separa de lo únicos con quienes me gusta vivir? Porque pronto me encontraré reunido para siempre. También la alegría, toda alegría de este mundo, es pasajera. Los hijos saben que no pueden tener siempre consigo a sus padres. Los padres saben también que no guardarán para siempre a sus hijos. Y lo mismo la mujer a su marido, el marido a su mujer, y así todas las personas que se aman. No existe más que un solo lugar definitivo en el que nos juntaremos para siempre, y este sitio no está aquí abajo en esta tierra. Lo mismo con nuestros bienes: No podemos llevarlos con nosotros: los perderemos todos. Algún día, nuestras manos se abrirán para entregarlo todo. Hoy todavía estamos a tiempo de abrirlas para ofrecerlos libremente. Porque todo lo que no ofrezcamos a Dios, lo vamos a perder. Llevar el mundo a Dios.

En la misa se ofrece un poco de pan, un poco de vino en representación de nosotros mismos, de nuestras vidas, de nuestros trabajos, de nuestros bienes.  Por eso en cada Eucaristía tiene lugar la ascensión de un poco de tierra al cielo.  Cada día estamos invitados a elevarnos, a separarnos un poco de la tierra, para dar un paso hacia el mundo de Dios. Oremos: Te vas Señor, pero te quedas en el Evangelio. Te vas, Señor, pero te quedas en los que te amamos. Te vas, Señor, pero hablas en los que dan testimonio de Ti. Te vas, Señor, pero te quedas en la Eucaristía. Te vas, Señor, pero escuchas nuestra oración. Te vas, Señor, pero te dejas adorar en el Sagrario. Te vas, Señor, pero te dejas abrazar en el prójimo. Te vas, Señor, pero te dejas ver en el que sufre. Te vas, Señor, pero vienes en el soplo del Espíritu. Te vas, Señor, pero caminas en los pies de tus enviados. Te vas, Señor, pero tu nombre es universalmente conocido. Te vas, Señor, pero tu Iglesia sigue siendo signo de tu presencia. Te vas, Señor, pero tu partida nos hace madurar. Te vas, Señor, pero tu Ascensión es bendición que nos aguarda. Te vas, Señor, pero sigues siendo felicidad para la humanidad. Te vas, Señor, pero más que nunca…vemos que te quedas. Quédate Señor conmigo.  Amén. Nota: Próximo domingo Fiesta de Pentecostés.