Las sedes Providencia y Las Pitas de la Institución Educativa Misael Pastrana Borrero de Saladoblanco implementan una experiencia significativa que une a las familias rurales con la escuela, promoviendo saberes ancestrales, habilidades comunicativas y proyectos productivos como pilares del aprendizaje integral.
En el municipio de Saladoblanco, las sedes Providencia y Las Pitas, de la Institución Educativa Misael Pastrana Borrero se han convertido en el escenario de una transformación pedagógica y comunitaria. Los planteles educativos enfrentan los desafíos de ofrecer una educación significativa a sus estudiantes. En este contexto, las docentes Katty Liceth Cuello Tovar y Olga Victoria Cárdenas Calderón impulsaron una iniciativa llamada “Familia en la escuela: tejiendo saberes ancestrales”, un proyecto que ha logrado entrelazar tradición, aprendizaje y participación comunitaria.
La experiencia nació como respuesta a una problemática recurrente: la falta de interés y compromiso de los padres hacia las actividades escolares. Este desinterés repercutió en el bajo rendimiento académico de los estudiantes y en una limitada responsabilidad con sus tareas. Adicionalmente, se evidenciaba poco apoyo hacia las necesidades de la escuela, tanto en aspectos de mantenimiento como en el aprovechamiento del conocimiento ancestral que caracteriza a estas comunidades rurales.
La propuesta tomó forma en las sedes Providencia y Las Pitas, ambas ubicadas en la zona rural, donde las familias de los estudiantes tienen como actividad principal el cultivo del café. En Providencia, participaron 15 familias comprometidas en su totalidad con la iniciativa, mientras que en Las Pitas se unieron 21 familias con niños de los grados primero, segundo y cuarto. Con el propósito de revitalizar la relación entre las familias y la escuela, el proyecto estableció tres pilares fundamentales: el vínculo familiar, el fortalecimiento escolar y el desarrollo productivo.
Desde el ámbito familiar, se organizaron talleres de escuela para padres, donde las familias no solo reflexionaban sobre su papel en la educación de sus hijos, sino que también contribuían con sus conocimientos ancestrales. Esta tradición oral fue plasmada en un cuaderno viajero llamado “Tejiendo Saberes”, que circulaba entre las familias, recolectando historias, recetas y consejos de abuelos y padres. Este ejercicio no solo promovió la escritura y lectura, sino que también rescató un legado cultural que corría el riesgo de perderse.
En el ámbito escolar, la propuesta integró las áreas del currículo, como lengua castellana, matemáticas y ciencias naturales, con un enfoque transversal que fomentó la creatividad y el pensamiento crítico. Los estudiantes comenzaron a crear textos variados que iban desde narraciones hasta argumentos, logrando así fortalecer habilidades comunicativas esenciales. Este trabajo, apoyado por estrategias pedagógicas innovadoras, marcó un cambio positivo en los resultados académicos, especialmente en pruebas externas.
El eje productivo del proyecto fue igualmente transformador. Las familias y los estudiantes colaboraron en la creación de un lote de café, una tienda escolar y una huerta. En la sede de Providencia, el cultivo de café no solo se convirtió en una fuente de recursos para la institución, sino que también sirvió como herramienta pedagógica, permitiendo a los estudiantes aprender sobre agricultura, economía y trabajo en equipo. Por su parte, la tienda escolar, administrada por una madre de familia con la ayuda de estudiantes de quinto grado, fomenta habilidades como la gestión y el liderazgo.
La huerta escolar no solo fue una fuente de alimentos y recursos económicos, sino también un espacio de aprendizaje práctico donde los niños y sus familias pudieron apreciar el valor del trabajo conjunto. Estas iniciativas productivas reforzaron la conexión entre las familias y la escuela, creando un sentido de pertenencia y responsabilidad compartida.
El impacto de “Familia en la escuela: tejiendo saberes ancestrales” se extiende más allá del ámbito educativo. Las familias han mejorado sus habilidades comunicativas, lo que ha fortalecido los lazos comunitarios y facilitado la resolución de conflictos. Los estudiantes, por su parte, han desarrollado un aprendizaje significativo que integra sus raíces culturales y los prepara para enfrentar los retos del futuro.
Las docentes Katty Liceth Cuello y Olga Victoria Cárdenas, líderes de esta propuesta, destacan que el proyecto no solo ha transformado la dinámica escolar, sino también la vida de las familias involucradas. En sus palabras, “este trabajo ha demostrado que la educación va más allá de las aulas; es un proceso donde la comunidad, la tradición y el aprendizaje se encuentran para construir un futuro mejor”.
La experiencia significativa “Familia en la escuela: tejiendo saberes ancestrales” es un ejemplo de cómo la educación rural puede ser innovadora, inclusiva y profundamente enraizada en la identidad cultural de su comunidad. Su reconocimiento en el Encuentro Departamental de Experiencias Pedagógicas Significativas confirma su relevancia como modelo a seguir en contextos similares, donde el trabajo colectivo y el respeto por la tradición pueden transformar vidas.
