La Nación
EDITORIAL

Tensión en La Habana

Se está viviendo el momento de mayor complejidad y tensión dentro de las conversaciones de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc, que tienen como sede la capital cubana, producto de las últimas acciones de violencia y pronunciamientos de los voceros guerrilleros en torno al secuestro. Se está viviendo el momento de mayor complejidad y tensión dentro de las conversaciones de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc, que tienen como sede la capital cubana, producto de las últimas acciones de violencia y pronunciamientos de los voceros guerrilleros en torno al secuestro. Con toda razón y lógica, se ha producido un rechazo generalizado al más reciente comunicado de las Farc anunciando, como si fuese cosa normal, que se “reservan el derecho” de seguir secuestrando policías y militares que caigan en su poder en combates o fuera de ellos, y de seguir denominándolos inadecuadamente como “prisioneros de guerra”. Se trata, ni más ni menos, que de un inaceptable chantaje tanto al país en general como al Gobierno, contraparte en las conversaciones de La Habana, en tanto y de manera simultánea persisten los delegados guerrilleros en exigir que haya un cese bilateral del fuego, asunto rechazado una y otra vez por el presidente Santos a través de sus delegados en los diálogos. El secuestro de más uniformados, práctica aberrante y cruel, delito de lesa humanidad, parecía un capítulo olvidado y parte de la historia cruenta nacional; habíamos pasado esa página de horror después de la liberación de todos aquellos que padecieron muchos años de tortura en la selva, sin olvidar que otros continúan en las listas “no oficiales”, quizá desaparecidos o tristemente muertos. Pero en todo caso el plagio de policías y militares ya no era parte de la agenda nacional, y menos suponer que se reviviría en medio de conversaciones que apuntan al fin del conflicto, o por lo menos a la guerra librada por el grupo subversivo más antiguo del mundo. Y, además, ellos mismos habían anunciado el final de los secuestros de civiles, y ahora se conocen nuevos casos al parecer cometidos por facciones de esa agrupación violenta alzada en armas. En todo caso, y como bien lo señaló el jefe negociador de paz del Gobierno, Humberto de la Calle Lombana, si no quieren la paz, que no hagan perder el tiempo a los colombianos, agregando que la ofensiva militar seguirá adelante. Y con contundencia reclama que no se insista en confundir prisioneros de guerra, que son propios de conflictos internacionales y no internos, con secuestrados como los recientes policías del Valle del Cauca. Ahora bien, de eso se trata todo este asunto: de discutir en medio de las balas porque, bien lo ha ratificado el Gobierno, no es viable por ahora un cese bilateral. Pero persistir en el secuestro para presionar un cese bilateral, es una tremenda equivocación, que podría enredar un acuerdo de paz, alentando las voces guerreristas que le apuestan a su fracaso. “Pero persistir en el secuestro para presionar un cese bilateral, es una tremenda equivocación, que podría enredar un acuerdo de paz, alentando las voces guerreristas que le apuestan a su fracaso”. Editorialito El Consejo Superior de la Usco definirá hoy si le acepta o no la renuncia al rector Eduardo Pastrana, presentada el 14 de enero pasado. El organismo directivo debe decidir responsablemente para evitar un nuevo proceso de interinidad que sería traumático para la Universidad Surcolombiana.