La Nación
Todo pasa, pero nada pasa 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS

Todo pasa, pero nada pasa

Por: Francisco José García Lara

Una humilde mujer es asesinada delante de su hijo, el video de la reacción del menor es viral en las redes sociales, los medios lo comentan, pero es más el morbo que la verdadera reacción de la sociedad colombiana, pues la discusión se circunscribe a definir la condición de líder social de la mujer vilmente asesinada, no del crimen como tal.

Hace unos días, el Instituto de Medicina Legal publicó su informe anual en el cual se evidencia el incremento de 2018 de la tasa de homicidios que durante los últimos ocho años había venido en franco descenso, es decir, perdimos lo que habíamos logrado.

Sobre los asesinatos de líderes sociales los expertos consideran que el 60% tienen relación con reclamos de tierras, oposición a los cultivos ilícitos o explotación ilegal de minería, denuncias de corrupción local y reclamantes de la verdad en el proceso de paz.

Lo obvio, lo que el sentido común permite deducir, es que los autores intelectuales, o al menos los principales sospechosos, del asesinato de estos lideres son los que se apropiaron de las tierras, los vinculados con narcotráfico o minería ilegal, los corruptos locales o aquellos que les afectaría que se conozca la verdad, o sea los afectados por las acciones de los líderes.

Pero esta lógica no parece generar ningún tipo de reacción o análisis por parte de las autoridades encargadas de proteger a los líderes sociales e investigar los asesinatos, al contrario, desde el gobierno se empeñan en considerar que estos crímenes no son sistemáticos, ni mucho menos se hace esfuerzo alguno por diseñar una estrategia en contra de quienes planean los homicidios, simplemente responden que es imposible proteger a cada ciudadano amenazado.

La sociedad colombiana tampoco reacciona, parece estar acostumbrada a que los muertos se vuelvan simples cifras, creándose así la sensación de que los asesinatos son situaciones lejanas que poco nos afectan, llevando inclusive a descalificar los graves indicadores de violencia al catalogarlos como resultado de hechos aislados ocurridos en zonas lejanas.

Creímos haber alcanzado la paz al lograr la desmovilización del grupo guerrillero más grande, pero la realidad es otra, nos seguimos matando pero no investigamos las muertes, ni mucho menos intervenimos sobre las posibles causas de estas o perseguimos a los culpables.

Quizás el conflicto con las Farc no nos permitía ver esa violencia, o es una herencia de la firma del acuerdo, lo grave es que ahora que lo conocemos sigamos como si nada pasara a pesar de todo lo que pasa.

garcia.francisco@javeriana.edu.co