En un nuevo día de protestas, Quito vivió ayer una gran batalla campal con barricadas, fogatas y bombas lacrimógenas entre manifestantes y la Policía. Los bloqueos y manifestaciones también se repiten en todo Ecuador, lo que ha provocado problemas de abastecimiento de alimentos en combustible en varias provincias.
Tras estas violentas manifestaciones, el presidente Lenín Moreno decretó el toque de queda y la militarización de la capital y sus alrededores en un intento por contener el estallido social iniciado hace 11 días.
La medida, que empezó a regir a partir de las 3 de la tarde de ayer prohíbe la circulación por esta capital de 2,7 millones de habitantes. “He dispuesto al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, inmediatamente, tomar las medidas y operaciones que sean necesarias”, señaló el mandatario en un breve mensaje a la nación.
La oleada de protestas lideradas por el movimiento indígena con el apoyo de otras organizaciones sociales comenzó cuando entró en vigor un decreto ejecutivo que eliminó el subsidio al precio de la gasolina, una de las medidas establecidas en un acuerdo crediticio por 4.200 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional.
Moreno sigue la crisis desde el puerto de Guayaquil, adonde trasladó la sede de gobierno después de declarar el estado de excepción.
El diálogo
Después de que se registraran a nivel nacional al menos seis muertos, más de 850 heridos y más de mil detenidos en las protestas, el movimiento indígena de Ecuador que encabeza las protestas contra las medidas de austeridad económica adoptadas por el Gobierno a petición del Fondo Monetario Internacional (FMI) aceptó ayer sentarse a negociar.
Lenín Moreno agradeció la decisión de los indígenas de sentarse a dialogar cara a cara, aunque no reveló ni cuándo ni dónde comenzarán las conversaciones.
