La Nación
Trabajaba todos los santos días, pero ahora no me dejan salir: adulto mayor 1 28 marzo, 2024
NEIVA

Trabajaba todos los santos días, pero ahora no me dejan salir: adulto mayor

Aquilino Escarlante es un adulto de 90 años de edad que se dedicaba al comercio informal en el microcentro de Neiva; desde su casa, dice añorar la calle y a sus clientes del ‘corazón’ de la capital opita.

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Dentro de poco Aquilino Escarlante Ramón  completará tres meses de estar confinado, ha sido comerciante informal durante toda su vida, pero a sus 90 años de edad está enfrentando la compleja situación de no poder trabajar y tampoco salir de su casa, a razón de las directrices del Gobierno Nacional para hacerle frente al coronavirus (covid-19).

El señor Aquilino asegura sentirse fuerte y en capacidad para vender, moverse solo y ver por sí mismo. Durante estos días de aislamiento físico, mientras recorre una y otra vez su habitación y su casa, ha optado por leer la Biblia, fumar cigarrillos y mirar por la ventana; como él, cientos de adultos mayores en Colombia batallan diariamente contra la incertidumbre de conseguir para su sustento, pero además, contra el cruel filo de la soledad.

“Nos castigaban severamente”

El adulto mayor nació en Tarqui, en el sur del Huila, y creció en el área rural, donde recibió algunas clases.  De esta etapa de su vida lo que más recuerda es, precisamente, la escuela.

“El estudio de nosotros en ese tiempo era solamente con un profesor que enseñaba hasta quinto grado. En una semana iban los niños y en la otra las niñas; los maestros eran muy rígidos, nos pegaban con reglas y nos castigaban severamente, uno no podía decir nada. Y mi papá, como era tan estricto, cuando se enteraba de algo de una vez nos daba correa”, recordó con gracia.

Ello repercutió en que Aquilino no quisiera regresar, una vez culminó grado primero “me aburrí y no volví”, dijo. No aprendió a leer, escribir y tampoco los números, pero años más tarde se vería en la obligación de adquirir estos y otros conocimientos básicos.

Hasta entrada su juventud, cuando comenzó a trabajar más fuertemente, su padre y otras personas le enseñaron, por ejemplo, a leer, sumar, restar y hacer cuentas, “ahora “yo más o menos entiendo”, dice entre risas. Ante la falta de capacitación, pero por su buen espíritu para las ventas, se dejó contagiar de este tipo de negocios desde muy temprana edad, como trabajador y luego como independiente. Cultivó una clientela y se acostumbró a la libertad y cientos de historias de calle.

Desde 1974

Ahora, desde su habitación en el barrio Alberto Galindo, en Neiva, lamenta no poder estar en su cubículo de la calle Octava en el microcentro de la ciudad, entablar conversaciones con desconocidos, ofrecer sus dulces y muchas cosas más.

“Llevo trabajando desde 1974, cuando se eligió a Alfonso López Michelsen como presidente de Colombia. Yo no trabajaba en Neiva, lo hacía en otras ciudades como Villavicencio y Bogotá, pero en ese año me radiqué aquí. Cuando se posesionó López, yo ya estaba poniendo un negocio”, narró con entusiasmo.

Hasta mediados de marzo del presente año, el adulto mayor estuvo día a día lidiando con las autoridades, que velan por el espacio público, y tras incontables encontrones es consciente de que “hay que obedecerles”, pero también  necesita recursos para su mínimo vital, “entonces uno se lo pasa de un lado para otro evadiéndolos”, contó.

Según lo que le han comentado y ha escuchado, conoce que es una de las personas con más alto riesgo de contraer el covid-19 y no de sobrevivir a esta, asegura que la enfermedad, a personas como él, los tiene “fregados”.

“Yo trabajaba todos los santos días en el negocio, pero ahora con el virus no me dejan salir. Recuerdo que un día de pronto llegó una señorita y me anotó en un listado, que para un mercado; y seguidamente llegó la policía y me dijo ‘bueno, señor, aquí tiene  que cerrar’, yo les pregunté que hasta cuándo y me respondieron que hasta el 23 de mayo. Me dijeron que no vendiera nada porque me traería problemas. Y se fueron”. Desde entonces, permanece a la espera.

“Con Dios y la Virgen”

El adulto mayor tuvo tres hijos, de los que no sabe hace varios años, tantos que ya perdió la cuenta. “Cuando llegué a la casa no había nadie, me quedé solo. No supe para dónde se fueron”, recordó. “Desde entonces he estado con Dios y la Virgen”.

Actualmente vive en la casa de Vitelio Escarlante, un primo, que también es vendedor informal. Recibe el subsidio del Programa Adulto Mayor, que si bien le ayuda de gran manera, no es suficiente. “Cualquier comidita vale $10.000. Cuando estaba trabajando me hacía los $5.000 y $15.000 diarios, uno es buena gente y por eso le compran”, anotó Aquilino.

Para pasar los días en el encierro, ha optado por la lectura, sobre todo los textos religiosos. Además de los problemas de visión, el señor Aquilino padece de reumatismo, aunque destaca que no ha sido “enfermoso”.

“Yo me siento bien. Por la radio dicen que cerrarle la puerta coronavirus, pero yo no sé cómo será eso”. Risas.  “Me pongo a leer la palabra de Dios, me gusta porque fue difícil aprender, me tocaba preguntarles a las personas lo que no entendía. Nadie nace aprendido, yo lo fui logrando poco a poco. Yo le pido a Dios que nos tenga alentados y nos de salud, aunque ya la vista me está fallando”.

Aunque no está permitido, algunos días ha salido a tomar el sol y a comprar cigarrillos, cuenta que anhela regresar a la calle, “estoy enseñado a eso, lo extraño… el contacto con la gente”. Su única compañía es Vitelio.

Vitelio, por su parte, sí ha podido laborar desde casa, donde tiene su negocio. Ha podido adaptarse a la cuarentena, sale los días de pico y cédula por lo que requiera su única fuente de ingresos, que también se ha visto perjudicada por la crisis.

“Él está preocupado porque dice que no lo dejan trabajar y está de viaje para el centro. Vivimos los dos hace 27 años, yo le ayudo. Él vivía donde una hermana, pero lo corrieron de allá. Aquí le hice una pieza y un baño”, detalló.

Aquilino y en general los adultos mayores de escasos recursos económicos están viviendo realidades más complejas durante la cuarentena, la Organización Mundial de la Salud alertó que además de la alta tasa de mortalidad que representan por cuenta del covid-19, también el estrés, ansiedad y depresión producto de la soledad, atentan contra la salud mental.

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En cuarentena hasta el 31 de agosto

Con el objetivo de prevenir y controlar la propagación del covid-19 en población vulnerable, el Gobierno Nacional extendió la emergencia sanitaria hasta el 31 de agosto, y entre las medidas determinó la ampliación del aislamiento preventivo en personas mayores de 70 años, pero se permitirá su salida a la calle con condiciones definidas por el Ministerio de Salud y Protección Social con el fin de proteger su salud mental.

Los mayores de 70 años de edad y personas con enfermedades de base (hipertensión, diabetes, cáncer, VIH, epoc, obesidad, autoinmunes) podrán realizar actividades al aire libre tres veces a la semana, 30 minutos al día.

Mientras que los adultos entre 18 y 69 podrán realizar actividades al aire libre todos los días, dos horas diarias.  Las niñas y niños entre 2 y 5 años de edad podrán realizar actividades al aire libre tres veces a la semana durante 30 minutos al día; y niñas, niños y adolescentes entre 6 y 17 años podrán realizar actividades al aire libre tres veces a la semana, una hora al día.

Los alcaldes deben definir  horarios para que estas poblaciones tengan el menor cruce posible entre grupos. “Hemos logrado bajas tasas de mortalidad hasta ahora. Eso ha estado sustentado en la protección de la población vulnerable, por lo cual hay que proteger a los grupos de mayor riesgo y esa es la invitación a los alcaldes”, indicó el ministro de Salud y Protección Social, Fernando Ruiz Gómez.