La Nación
Trabajo productivo, secreto de la paz 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Trabajo productivo, secreto de la paz

Froilán Casas Ortiz

Obispo de Neiva

La palabra paz se ha desvalorizado tanto, que se escucha como quien oye llover. Tantos se han abanderado de ella para conquistar el poder y en llegando, son constructores de violencia; otros defienden la paz con agresividad y son excluyentes, solo su discurso habla de paz, los otros hablan de guerra. ¿Cómo se entiende un discurso sobre la paz, cargado de odio y agresión? Los países que no son noticia, suelen vivir en paz y el secreto es el trabajo productivo. Repúblicas como Nueva Zelanda, Japón, Singapur, Corea del Sur, tienen políticas que subsidian la productividad, no la mendicidad; se apoya a quien trabaja para que sienta el estímulo de ser más productivo. La política del trabajo productivo estimula la inversión, apoyando al pequeño empresario a fin de que su empresa sea competitiva. Si hay empresa, hay trabajo; si hay trabajo se acaba la pobreza, aumentan los impuestos y por ende, los servicios públicos serán excelentes. A lo mencionado se debe agregar un componente fundamental: LA HONESTIDAD. La corrupción es un cáncer que hace metástasis y destruye a todo sistema de gobierno. En los países altamente productivos, los sindicatos no piden, ofrecen soluciones. Los trabajadores son conscientes que si se acaba la empresa, si no es competitiva, los perjudicados son ellos. Aquí los trabajadores no simplemente se ponen la camiseta, LA SUDAN. Aquí no se ve al empresario como un ladrón y un bandido, se ve como un gran coequipero, piedra angular de la empresa. Aquí los salarios son equitativos. En los Estados corruptos la diferencia salarial es abismal. ¡Ah, después nos quejamos de la violencia! En un Estado productivo, la policía acompaña, no controla y si lo hace es una mínima parte. Aquí el ciudadano se siente libre; los grandes ejecutivos no necesitan escoltas, no hay hambre en ningún ciudadano. Aquí los ciudadanos siguen el mandato bíblico de: ganarse el pan con el sudor de la frente, no con el sudor del de enfrente. En los países altamente productivos hay cero desempleo. ¡Ah, aquí no hay rémoras ni zánganos! TODOS TRABAJAN, cada uno de acuerdo con sus capacidades. Aquí no existe la nefasta frase: el trabajo lo hizo Dios como castigo. El mandato bíblico dice: “El que no quiere trabajar que tampoco coma”. Aquí no se necesita ser marxista para hablar de justicia. En un país altamente productivo y con políticas sociales que buscan siempre el BIEN COMÚN, no entra el comunismo; el discurso del marxismo recalentado no  encuentra eco. Aquí la política del LIBRE MERCADO, tiene una gran dosis social. Aquí los monopolios son controlados, no se sigue la política del capitalismo salvaje: el pez grande se come al chico. Aquí impera la ley, no la voluntad de un  mesías que convence a una caterva de vagos y sinvergüenzas.

+ Froilán, obispo de Neiva