La Nación
Transición a la virtualidad 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Transición a la virtualidad

OBERT ALEJANDRO ORTIZ

 

En estos días de emergencia sanitaria, lo único claro es que nos invade el miedo, la incertidumbre, el desconocimiento sobre cómo evitar el contagio de un virus (no cualquier virus) y la fragilidad humana a la que estamos expuestos a pesar de los avances tecnológicos y de aparente poderío del ser humano. En este momento de zozobra, pánico colectivo, lo que debemos poner a prueba son los mecanismos de solidaridad, cumplimiento de directrices de los organismos de salud, adaptación a nuevas realidades, aislamiento social como evidencia de nuestra mayor responsabilidad, nuevas formas de hacer nuestro trabajo (innovación) y la virtualidad como apoyo a nuestras tareas laborales, académicas, profesionales o personales. Frente a la solidaridad, sino nos cuidamos los unos a los otros, ninguno de nosotros estaremos seguros. No solo debemos actuar pensando en nuestro único bienestar y el de la familia. Debemos aprender a compartir con los vecinos y ayudar a las personas que son más vulnerables, puesto que el problema apenas está iniciando. No sólo es aislarnos y esperar como si estuviéramos en un Estado que lo provee todo. Nos toca tomar iniciativa como ya ha ocurrido en otros países. Por ejemplo, ¿quién está atendiendo a los equipos médicos encargados de la intervención hospitalaria dedicados a la emergencia?, ¿están cumpliendo los medios de comunicación en informar lejos de todo sesgo amarillista o a generar pánico con sus cifras o estadísticas a cada minuto?, ¿cómo reflexionar o bajo que paradigmas o enfoques, lo que estamos padeciendo?, ¿son suficientes las medidas que cada nada están anunciando los organismos de salud y si éstas son oportunas?, ¿estaremos a la vanguardia de los aprendizajes de las medidas que han tomado otros países donde la pandemia llegó primero o aún estamos con os calzones abajo?, ¿cómo contribuir en la prevención, colaboración, aprendizajes y enseñanzas sobre la epidemia (pedagogía)?, ¿dónde están los líderes o personas activas que dominan la voz de los ciudadanos para contribuir en la prevención?, ¿cómo hacer uso del poder de las redes sociales y las tics para generar acciones de prevención de la epidemia y así mismo dar información y seguridad a los menos favorecidos o personas pasivas?, ¿habrá un verdadero diálogo y coordinación entre autoridades nacionales, departamentales o municipales para el manejo de la crisis?, ¿cómo aprovechar el tiempo de aislamiento social?, ¿se podrá trabajar en red o juntarnos para actuar como un todo: uno para todos, todos para uno?, ¿tendremos que enfrentar otros estilos de vida?, ¿seremos capaces de romper el individualismo y generar acciones de redes entre vecinos, reconstruir lazos sociales rotos y evitar que la enfermedad o pandemia crezca?, ¿abordaremos con eficiencia las bondades de las herramientas virtuales, en particular para procesos de educación con nuestros hijos?, ¿se podrán romper los paradigmas de la gran mayoría sobre el teletrabajo?. Son innumerables los interrogantes en estos momentos. Pero lo que sí es un hecho, es que quienes hemos trabajado por años en procesos educativos con herramientas virtuales, esa será una salida para continuar la vida normal con nuestros hijos y su interacción con la escuela y sus docentes.