Este deporte de lucha libre, donde se enfrentan dos competidores de exagerado peso, representa más un ritual ceremonial que una pelea. Antes de que los contrincantes se dispongan a luchar, es obligatorio saludar a su rival y aplaudir para llamar la atención de los dioses.
Estrictas reglas
Cada uno de sus movimientos tiene su razón de ser. Antes del encuentro, los sumos extienden sus brazos para demostrar que llegan al campo desarmados. Las pisadas fuertes y las palmadas, dentro de la zona de combate delineada por un círculo, llamada dohyo, simbolizan el aplastamiento de todo lo malo que hay en la tierra. Momentos previos al combate, se arroja un poco de sal para ahuyentar los malos espíritus.
Las reglas de este deporte son muy sencillas, gana el luchador que logre permanecer dentro del círculo que mide 4,55 metros de diámetro. El sumo tendrá que empujar a su oponente fuera del área demarcada, si los dos quedan por fuera del ring al mismo tiempo, la lucha tendrá que repetirse.
El primer luchador en tocar el suelo con alguna parte de su cuerpo, excepto los pies, queda eliminado. Es por tal razón que los encuentros de esta disciplina suelen durar muy poco, hasta segundos.
Aunque a primera vista esta práctica parece ser una pelea donde sus participantes pueden resultar lastimados, los golpes como patadas o de boxeo, así como estrangulaciones, son causales de descalificación.
Defensa total
La principal tarea de cada uno de los luchadores será defenderse ante cualquier ataque y responder, sólo si es necesario, pero básicamente consiste en empujar al oponente, más no lesionarlo.
Los competidores llegan al área de lucha sólo con un trapo que alcanza a tapar de forma muy modesta sus partes íntimas, cualquiera de ellos que llegue a perder esta prenda durante el combate, será eliminado.
El pelo recogido en un moño y aceitado, sólo representa una medida de protección.
Las delegaciones más fuertes que se harán presentes en los escenarios adecuados para sumo son: Japón, Rusia, Mongolia, Ucrania, Bulgaria y Hungría.
