La Nación
Un final, pero no de pandemia  1 19 abril, 2024
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Un final, pero no de pandemia 

Finalizamos este año litúrgico con la fiesta de Cristo Rey. El evangelio nos habla del juicio final, por eso produce escalofrío. Dicho juicio no será sobre cosas religiosas, sino sobre amor y solidaridad con el prójimo, es más, con el prójimo pobre, enfermo, encarcelado, hambriento, sediento, desnudo, abandonado.

 

Padre Elcías Trujillo Núñez

 

 «Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a un lado y los cabritos al otro. Entonces el rey dirá a los de un lado: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme». Entonces le responderán los justos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?». Y el rey les responderá: «Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis». (Mateo 25,31-46)  

 

San Juan de La Cruz dice: “¡Al atardecer de la vida, te examinarán del amor!” Eso no quiere decir que no es importante orar, pertenecer a la iglesia, participar de la Eucaristía. Para un cristiano eso también es fundamental. Pero todo eso no tendrá valor si no se vive desde el amor y para el amor.

No nos creamos que por el hecho de estar bautizados o pertenecer a la Iglesia, o asistir todos los domingos a la Eucaristía, seremos ya automáticamente salvados. Sin amor no hay salvación, nos salva el amor. Y no serán suficientes las excusas, como nos cuenta el Evangelio. Cristo se ha hecho realidad humana y ha tomado la vestimenta del pobre. Cristo sufre y muere en cada ser humano abandonado o martirizado. No nos valdrá decir que no lo sabíamos. Y quizá nos llevemos la sorpresa de que en el cielo estarán aquellos que nunca pensaríamos que se podrían salvar: los ateos, los que no iban a misa ni pertenecían a ninguna iglesia ni religión. Porque en esto radica la revolución introducida por el cristianismo en la historia de las religiones: el amor a Dios y al prójimo están a la misma altura.  Dejémonos convertir y transformar por este impresionante evangelio de hoy. Miremos a este Cristo Rey que viene a reinar y hacerse pobre entre los pobres.

Este Cristo Rey que no tiene coronas ni cetros ni tronos de oro, sino que su trono es la cruz, su corona es de espinas y su cetro son las manos clavadas ofreciendo misericordia, amor y perdón.

Qué maravilloso ejemplo para todos y qué tremendo tirón de orejas para la Iglesia y para cada uno de los cristianos, que buscamos un Cristo poderoso, encerrado en los templos, domesticado, que hacemos unas Misas desprovistas de vida, aisladas de la vida, al margen de las realidades de los hombres y lejos de la cercanía a los más necesitados.

Aún en tiempo de pandemia, se acerca la Navidad y seremos bombardeados por la sociedad de consumo para que hagamos dormir nuestra conciencia y nuestra falsa fantasía de que comprando más seremos más felices, olvidando la terrible realidad de un mundo donde millones de personas mueren de hambre o viven sin las mínimas condiciones de dignidad, mientras unos pocos disfrutamos un bienestar egoísta.

Bueno sería que este año, en el que además la crisis económica se está cebando ya con muchas familias. No lo olvidemos: en el examen más importante de nuestra vida no se nos preguntará por la marca del carro, de la moto, el precio de nuestra casa, la fama que cosechamos, los triunfos que logramos, la marca de zapatos que usamos, el puesto político, social o religioso que ocupamos.

En el examen más importante de la vida, en el que nos jugamos nuestra felicidad eterna, sólo se nos preguntará sobre cuánto y a cuántos amamos.

Nota: El próximo Domingo iniciamos el nuevo año litúrgico, traiga la Corona de Adviento para bendecirla. Le invitamos a seguir las celebraciones Eucarísticas cada domingo a las 7:00 a.m. a través de Facebook live Citynet Timaná, Ategaitana y la Emisora Miel stereo.