El Gobierno de Gustavo Petro continúa mostrando su incapacidad para gestionar los recursos del país y hacer frente a las necesidades básicas de los colombianos. En un cónclave ministerial, están discutiendo recortes presupuestales para este año, a pesar de haber gastado enormes cantidades en burocracia y en un Ministerio de la Igualdad que, hasta ahora, no ha cumplido con las expectativas de los ciudadanos. Mientras tanto, insisten en presentar una nueva reforma tributaria, como si el bolsillo de los colombianos pudiera soportar más cargas en medio de la desaceleración económica y el aumento del costo de vida.
El Gobierno de Petro se ha caracterizado por priorizar su aparato político y sus discursos ideológicos antes que las necesidades urgentes de la población. El despilfarro en programas sin resultados tangibles pone en evidencia una gestión más enfocada en cumplir ambiciones personales que en construir un país con justicia social. La supuesta igualdad que tanto pregonan ha quedado como una promesa vacía frente a los problemas reales que enfrentan los colombianos, especialmente los más vulnerables, hoy quedó reducida a ser la caja menor de Francia Márquez, la misma del helicóptero.
En este contexto, la crisis de los pacientes de alto costo es el reflejo más cruel del “Petroceso”. Miles de ciudadanos, que dependen de tratamientos especializados y medicamentos están abandonados a su suerte. El sistema de salud enfrenta un colapso inminente debido a la falta de liderazgo y decisiones absurdas. Mientras el Gobierno prioriza su agenda burocrática, ignora que detrás de cada paciente sin atención hay una familia desesperada, un colombiano que ve cómo su vida corre riesgo y una Nación que pierde la confianza en sus gobernantes.
Este desgobierno no solo destruye nuestra economía, sino que acaba con la confianza institucional. Los colombianos están cansados de un Gobierno que, en lugar de soluciones, ofrece excusas y discursos populistas. Ya es hora de que se tomen decisiones responsables que pongan a los ciudadanos en el centro de las políticas públicas, y no a las ambiciones políticas de un mandatario que parece cada vez más desconectado de la realidad del país.
Como senadora, seguiré denunciando estos abusos y trabajando para proponer soluciones que beneficien a todos los colombianos, especialmente a los más afectados por este Gobierno.
Colombia necesita un cambio real, pero no el que Petro prometió. A pesar de las dificultades, no debemos perder la esperanza ni la fuerza para luchar por un futuro mejor. Con trabajo y unión, podremos superar este “Petroceso” y construir un país justo, donde las promesas se traduzcan en realidades y donde los derechos de los colombianos estén por encima de las agendas políticas.