La Nación
¿Un síndrome más? 1 23 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

¿Un síndrome más?

Benhur Sánchez Suárez

 

Ya llevamos cien días resistiendo el confinamiento. Hemos acatado los protocolos que el gobierno ha estimado conveniente para proteger nuestra salud y nuestra vida. Y, también, asistimos a un desconfinamiento progresivo porque, a la par con la salud, se debe proteger la economía, que es la que nos provee los recursos para seguir la marcha.

Pues bien, a pesar de los brotes de incultura o, por qué no, de rebeldía, algunos impulsados por la necesidad y otros por la ignorancia, parece que vamos saliendo medianamente bien de la tragedia del coronavirus aunque con una estela de fallecimientos que, por fortuna no ha sido mayor por los cuidados antes mencionados de la ciudadanía.

Fue tan inesperado y sorpresivo, que no estábamos preparado para asumir el reto, sobre todo ante la incertidumbre de no saber hasta cuándo podrá prolongarse. Nos dicen que todo tenderá a normalizarse cuando aparezca la vacuna y empecemos a inmunizarnos de los ataques del invisible enemigo.

Además del desastre económico, este confinamiento no pasa impune por la vida de las personas. De las consecuencias que nos va dejando esta situación anómala, sobresale el miedo, muchas veces derivado en terror. Produce inestabilidad emocional y deriva en depresión. Nuestra sociedad comienza a experimentar otra enfermedad, en este caso de comportamiento y de inseguridad mental. Por decirlo de otro modo, un aumento de enfermedades psicológicas que alteran el normal comportamiento de los individuos.

Ya los científicos comienzan a nombrar esas consecuencias como síndromes. El primero que podría mencionar es el “síndrome de la inseguridad”, que significa que los individuos se sienten inestables y sin las herramientas necesarias para combatir el mal. Es como una minusvalidez frente al incierto futuro, que se agrava con el desconocimiento de la naturaleza del enemigo y la carencia de armas efectivas para alejarlo definitivamente de nuestras vidas.

También está el llamado “síndrome de Bernout”, que se traduce en la sobrecarga laboral que experimentan las personas con el cambio de escenario para su trabajo. Los individuos se sienten agotados porque ven que se ha duplicado y, a veces, triplicado su trabajo, su horario laboral es ahora indefinido, por lo que comienza el desapego y la falta de voluntad para cumplir con su deber.

Está igualmente el “síndrome de la cabaña” que se da cuando comienza el desconfinamiento. Es el miedo a salir, de volver a la calle, de abandonar el refugio del hogar que ahora hemos compartido de manera tan intensa. Miedo a la gente, porque cualquiera puede contagiarnos, miedo a los demás porque no sabemos cuál nos acuchillará para robarnos en cualquier esquina.

Brotes de comportamiento que van a requerir de tratamiento y que ojalá el gobierno haya previsto, para que no padezcamos otra desgracia más en nuestro martirizado país.