La Nación
UNA EDUCACIÓN INTEGRAL 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS

UNA EDUCACIÓN INTEGRAL

Froilán, obispo de Neiva

 

Aquí la palabra integral la utilizo en el sentido que asume  todas las dimensiones de la persona humana. Cuando la educación no abarca a todo, el hombre cojea. No es infrecuente que por insistir en unas o una dimensión, se pueden empobrecer las otras. El hombre es un ser pluridimensional. Invito a las personas de mi generación y a algunos de generaciones cercanas cronológicamente a que me acompañen en la siguiente descripción. Tuve la bendición de Dios de haber nacido en un hogar estable, esto me dio seguridad; las figuras paterna y materna nunca faltaron en mi formación, la naturaleza nos enseña que la relación de esposo y esposa, complementan la vida familiar. Las fiestas patrias, sobre todo el 20 de julio, eran celebradas con mucha solemnidad: izada del pabellón nacional, desfiles, sendos, discursos alusivos a la celebración histórica, los chicos se vestían con el uniforme de gala para darle importancia a la efemérides patria; si caía un día de semana laborable, al otro día se asistía a las clases normalmente: los profesores no exigían día compensatorio, menos los estudiantes. Sin hablar de cultura ambiental y de ecología, se celebraba el 12 de octubre como el ‘día del árbol’: todos los niños llevábamos un arbolito, ofrecido por la Caja Agraria de ese entonces y se plantaba en los parques y zonas públicas; al día siguiente había clase como de costumbre, no había compensatorios ni paros, todos a trabajar, la escolaridad era sagrada. Sin hablarnos de economía y de emprendimiento, los niños debíamos abrir una cuenta de ahorros en la Caja Agraria y con ello debíamos entender que el ahorro es básico para tener mentalidad empresarial. Para los padres de nuestra época infantil, el maestro era sagrado y él siempre tenía la razón, -bueno, un poco exagerado, pero en fin.…-. Nos enseñaron que las personas más respetadas eran: los padres, el sacerdote y el maestro. Nos enseñaron que la muralla es el papel de la canalla, -ahora se hacen concursos de grafitis-. Nos enseñaron que las personas mayores debían ser más respetadas, -ahora los viejos hacen estorbo, son desechables-. Las mamás, sobre todo, enseñaban a las niñas a ser madres: en la escuela se enseñaba a bordar; las escuelas hogares, preparaban a las niñas en las artes domésticas: bordados, tejidos, etc. Los padres no alcahueteaban a los hijos presentando excusas médicas para no ir a la escuela. Nos enseñaron a dar el andén a las personas mayores y a las damas. Nos enseñaron a respetar a Dios: los domingos nos llevaban a la Santa Misa con los profesores y los lunes no eran vacación. No conocimos paros docentes, nos enseñaron a saludar y a guardar cierta distancia con quien detectaba la autoridad social, política o religiosa. No nos enseñaron qué se puede comprar con el dinero, sino qué no se puede comprar con el dinero. Nos enseñaron a querer a los animales domésticos, no a idolatrarlos. El código ético lo aprendíamos en la casa, no en la escuela: la escuela era como una continuación del hogar. Nos enseñaron a respetar y venerar a nuestros padres: el mayor regalo que les podríamos dar, era el respeto.