Una generación de jóvenes rebeldes en el Huila

A finales de los años 60 y comienzos de los 70 del siglo pasado, el Huila vio emerger una generación de jóvenes rebeldes que agitó el tranquilo mundo pastoril de la comarca opita y dio origen a un pujante movimiento estudiantil y profesoral que se tomó las calles de la pequeña urbe que era Neiva, cuya población en esos años aún no llegaba a los 100.000 habitantes. Así nació el Instituto Técnico Surcolombiano (ITUSCO), que con el tiempo se transformó en la Universidad Surcolombiana. Reinaldo Polanía, uno de los líderes del proyecto, escribió por esa época un famoso artículo de prensa que tituló: “La Universidad que nació en la calle”.

Pero la fuerza fundamental del movimiento estudiantil en esos años no estaba en la naciente USCO, -aunque sí participaba en las movilizaciones-, sino en los colegios de bachillerato como el Santa Librada, el Instituto Técnico Industrial, el Inem, el Liceo Santa Librada y la Normal Superior, con una pléyade de líderes como Ricardo Mosquera, Diógenes Plata, Aminta Narváez, Ernesto Amézquita, Rodrigo Villalba, Chucho García, Gustavo Fajardo, Armando Cuellar, Jaime Saavedra, Jairo Ramírez y muchos otros que defendieron la educación pública, apoyaron las luchas campesinas por la Reforma Agraria, las de los barrios populares de Neiva por adecuados servicios públicos, además de la búsqueda de una democracia amplia y participativa.

La calle con sus movilizaciones se convirtió en la mejor escuela de su vida y la prueba está en que todos ellos llegaron a ser profesionales de prestigio, con destacados cargos en la vida política, académica, gremial y social del país e incluso en el exterior, porque algunos de ellos debieron radicarse en otros países como lugares de refugio contra las persecuciones y amenazas de los regímenes despóticos que nos gobernaron por tanto tiempo.

Los últimos hervores de ese pujante movimiento estudiantil huilense se dieron en los años previos a la Constitución de 1991 y contribuyeron muy positivamente a abrirle las puertas a este gran Pacto Nacional que reemplazó la desueta y autoritaria constitución de 1886, por nuestra actual carta magna que, si bien no la hemos podido aplicar en su plenitud, si rompió con buena parte de nuestras herencias feudales.

Hoy con 18 instituciones de educación superior y 178 instituciones de secundaria, el departamento ha perdido el auge movilizador juvenil que tanto contribuyó a los cambios democráticos y ayudó a gestar instituciones como la propia Universidad Surcolombiana. No es bueno ver a una juventud aletargada y ausente en el reclamo de sus derechos y necesidades. Una juventud activa, pensante y promotora de cambios es el mejor pronóstico de un futuro mejor para una región.

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