La Nación
Una mirada hacia la familia Alienación parental 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una mirada hacia la familia Alienación parental

Consuelo Serrato de Plazas

Una de las decisiones más impactantes en el ámbito de las relaciones afectivas surge a partir del momento en que la pareja decide poner fin a esa historia de amor que siempre soñó construir, sin embargo a pesar de los esfuerzos no lograron superar las pruebas del tiempo, ya que como apropiadamente alguien lo
expresara: «Una relación perfecta no es cuando dos personas perfectas están juntas, es cuando un par de personas imperfectas aprenden a lidiar con sus diferencias».

Inevitablemente toda ruptura de pareja provoca dolor y pérdida en sus integrantes y en especial cuando hay hijos pequeños de por medio y aunque algunas optan por gestionar sus emociones asertivamente en aras de salvaguardar la estabilidad de su descendencia, otras por el contrario los colocan en el centro del debate
perjudicando su bienestar y de paso desconociendo sus derechos.

Desde esa perspectiva uno de los fenómenos más recurrentes en el escenario del conflicto se presenta cuando no hay acuerdo respecto de la custodia y cuidado personal de los hijos menores, lo que se traduce en una campaña de desprestigio del progenitor que no detenta su tenencia o viceversa, en aras de tomar revancha y perturbar a su expareja. Es así como valiéndose de estrategias de manipulación psicológica provocan sentimientos de rechazo y animadversión en sus hijos contra el padre o madre objeto de inconformidad, circunstancia que sin duda afecta su normal relacionamiento.

Investigaciones recientes demuestran que la manipulación que los padres ejercen sobre sus hijos se halla catalogada como una modalidad de maltrato emocional que en la mayoría de las veces el menor de edad termina interiorizando como forma normal de relacionamiento. Por ello ante eventos de ruptura es esencial que los padres continúen proporcionando la seguridad y el afecto que requieren para su adecuado desarrollo, siempre y cuando resulten aptos para la garantía de sus derechos. Seguidamente efectúan la siguiente recomendación: «involucren lo menos posible a los hijos en los problemas surgidos entre ambos progenitores, habida cuenta que la ruptura de las relaciones en una pareja debiera afectar sólo y
exclusivamente a sus dos miembros básicos».

A manera de síntesis no debemos olvidar que por mandato constitucional el menor de edad es poseedor del derecho a mantener relaciones personales y contacto directo con sus dos progenitores y al margen de tales circunstancias inevitablemente se constituye en la principal víctima por las graves repercusiones que pueda llegar a tener en su desarrollo evolutivo ya que como atinadamente lo expresara el connotado escritor Walter Riso: «A mí lo que me preocupa es el otro maltrato, el que no deja marcas en la piel».