La Nación
Una mirada hacia la familia El idioma del amor 1 28 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una mirada hacia la familia El idioma del amor

 Consuelo Serrato de Plazas

 

Los invito para que evoquemos al escritor francés Antoine de Saint-Exupéry a través de una de las vivificantes reflexiones de El Principito: «He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».

 Una de las franjas poblacionales más afectadas con el arribo del «enemigo invisible» sin duda ha sido la población infantil al tener que adaptarse de manera súbita a las circunstancias impuestas por la nueva realidad, alterando notoriamente  su esquema de vida –suspensión de clases presenciales, restricciones de movilidad, interrupción en el relacionamiento con amigos y familia extensa- en la búsqueda por prevenir el contagio del brote epidémico y evitar constituirse en vectores de propagación, hecho que podría llegar a tener repercusiones negativas en su desarrollo y  bienestar.

Justamente en entrevista que concediera el médico Rodrigo Córdoba, expresidente de la Asociación Psiquiátrica de América Latina, realiza un cuidadoso análisis acerca de los alcances a futuro derivados de la desconexión abrupta de las actividades cotidianas de esta franja poblacional y el impacto que pudiese llegar a generar la ausencia de relacionamiento y contacto estrecho con su grupo de pares y familia extensa. Por tanto «si estos niños no tienen un estímulo juicioso, pues obviamente se está deteniendo su desarrollo psicomotor».

En armonía con lo advertido formula la siguiente recomendación: «Los papás tienen que cualificar mucho más el tiempo en que están con sus hijos. Ojalá promover lo interrelacional, en lo posible recogerse familiarmente en las actividades, y si lo que está establecido es la virtualidad, abrir otro círculo fraterno, y promover que los niños, por lo menos, vean las caras de sus compañeros de curso».

Bien es sabido que el cariño y la amistad se expresan a través del lenguaje de la afectividad y ello hace que no solo se constituya en una de las necesidades vitales del ser humano sino también en una de las sensaciones más bellas que se puede llegar a experimentar en cualquier etapa de la vida.  Por tanto si queremos ayudar a  nuestros niños y niñas a sobrellevar este difícil momento y protegerlos de aquello para lo que aún no tienen recursos, debemos compensarlos cultivando su mundo interior de manera que puedan recíprocamente compartir vivencias con sus amigos y de paso reafirmar con sus figuras de apego expresiones de cariño mediante gestos visibles y espontáneos, así sean a través de la virtualidad que contribuyan a alcanzar un auténtico respiro emocional, pues como ilustradamente lo expresara Howard Hendricks: «La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón».