La Nación
Una mirada hacia la familia  Inadecuadas prácticas de crianza 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Una mirada hacia la familia  Inadecuadas prácticas de crianza

Consuelo serrato de Plazas

Tal como lo expresara el psicoanalista Karl A. Menninger «Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad».

Una vez concluida la lectura de «Los Divinos» la más reciente novela de Laura Restrepo donde recrea  a manera de ficción -cómo quisiese que solo fuera producto de su imaginación-  el horrendo crimen de  que fuera víctima Yuliana Samboní, uno de los episodios más dolorosos que aún conmueve el alma de los colombianos, he considerado oportuno efectuar algunas reflexiones sobre la responsabilidad que nos asiste frente a la adopción de estilos educativos parentales en la búsqueda por prevenir en lo posible la aparición de trastornos en el desarrollo infantil y adolescente.

 

Científicamente se halla comprobado que el vínculo afectivo parental es la base para adquirir una madurez emocional sana y consistente hecho que influirá de manera determinante en el camino hacia la adultez. No en vano John Bowlby psicoanalista y pionero de la teoría del apego la describe como el vínculo emocional del niño que le permite forjar una base consistente en el proceso de construcción de la personalidad como elemento esencial para su desarrollo mental y relaciones futuras.

Desde esa perspectiva cabría resaltar que entre las emociones humanas más trascendentes está el amor que profesamos por los hijos. Es tan relevante su fuerza que con frecuencia se afirma que solo cuando somos padres comprendemos nuestra capacidad de amar lo que sin duda contribuye a afianzar valores y reafirmar las reglas de conducta en el contexto familiar.

Sin embargo, el problema surge cuando en función del «amor» y de cara a un estilo de crianza permisivo e indulgente algunos padres se resisten a admitir las conductas impropias e inadaptadas de sus hijos reflejadas en la mayoría de los casos en hostigamientos, actitudes desafiantes, conductas impertinentes, agresiones verbales por citar solo algunas las cuales se verán reflejadas en su vida adulta.

Un ejemplo ilustrativo de tales actuaciones lo plasma la autora en su libro al describir que «desde el principio hasta el final, la vulnerabilidad despótica del hijo sometió a la madre. El hijo la consumía. El hijo crecía en soberbia gracias a que ella se encogía. Ella confundía el egoísmo insaciable de su hijo con hambre verdadera y lo atarugaba de mimos».

Por último, debo advertir que con lo expuesto no pretendo censurar las diversas formas de crianza. Simplemente formulo una invitación para que a tiempo detectemos las señales de alerta y como popularmente se expresa -no nos hagamos los de la vista gorda- como factor protector para una adecuada y oportuna intervención pues tales conductas no solo se constituyen en un problema para la familia sino en una amenaza para la estabilidad social.