Consuelo Serrato de Plazas
En palabras del líder espiritual Dalai Lama: «Cuando entiendas que hay otra forma de ver las cosas, entenderás el significado de la palabra tolerancia».
Como valor moral representa el empeño por comprender al otro en la búsqueda por lograr una convivencia pacífica. Desde lo social se erige como un valor fundamental y soporte esencial para vivir en armonía, sin que ello implique, por supuesto, renunciar a sus propias convicciones. Por el contrario, la tolerancia radica en el «respeto, la aceptación y el aprecio de la rica diversidad de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos».
Infortunadamente la realidad de cara a la pandemia del coronavirus nos muestra que tan importante valor para la vida se halla ensombrecido por actitudes intolerantes por parte de personas que sin siquiera ruborizarse cruzan la línea del respeto y la consideración hacia el otro, excediendo los límites del decoro, al extremo de poner en riesgo la vida e integridad de sus víctimas.
En efecto es verdaderamente indignante que personas inescrupulosas adopten actitudes irracionales contra los profesionales de la salud, quienes a diario exponen sus vidas y las de sus familias ante los riesgos que significa atender a la población afectada al hallarse en el epicentro de la emergencia sanitaria, en ocasiones sin siquiera contar con los elementos mínimos de bioseguridad para su protección. No hay derecho que a más de ser discriminados y rechazados reciban agresiones y hasta amenazas de muerte al extremo de llevarlos a permanecer de incógnito ante el temor a ser agredidos y ultrajados.
¿Sabías acaso que de acuerdo con el más reciente reporte del Instituto Nacional de Salud 678 trabajadores del sector salud en Colombia han resultado contagiados en medio del Covid-19 de los cuales 527 adquirieron el virus en el marco de su ejercicio profesional? Por ello «debemos reclamar, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes» tal y como lo expresara el filósofo austriaco Karl Popper.
Al tenor de lo descrito cabría preguntarnos: ¿Es conveniente educar a nuestros niños y niñas en la tolerancia? Categóricamente sí. Porque «enseñar tolerancia desde una edad temprana formará seres humanos mejor preparados para cohabitar en un medio ambiente cada vez más diverso».