Eduardo Gutiérrez Arias
Con José Luis Castellanos, presidente de la Adih y Oliberto Tintinago, presidente de la Federación de Juntas Comunales del Huila, asistimos el pasado viernes al restaurante El Patio de Neiva en donde el dirigente del nuevo partido de las FARC, Jesús Santrich, acompañado del cantautor Julián Conrado y de la profesora y editora Lilia Solano, hacían el lanzamiento del libro de poemas de Santrich “Una Prosa de Amor para Ella”, homenaje a la ciudad de La Habana, que durante cuatro años sirvió de sede a las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y esa organización guerrillera, ciudad llena de magia, encanto, cultura y poesía y en donde la discreción de sus autoridades y la alta competencia diplomática de su gobierno, contribuyeron tan positivamente al éxito de esta negociación.
De Santrich sabía que era abogado y politólogo de la Universidad del Atlántico, pero no que fuera poeta. Al escucharlo declamar de memoria, durante más de media hora, con tono recio y sin ninguna equivocación, el poema que le da título al libro, no pude menos que admirar su prodigiosa memoria, su extensa cultura universal, su profunda compenetración con la vida artística y literaria de Cuba, su alma caribe y ese manejo prodigioso de las metáforas que sólo han logrado en Colombia unos muy pocos cultores del realismo mágico. La vibrante declamación me llevó a mis tiempos de juventud, cuando en tertulias literarias escuchábamos “El Sueño de las Escalinatas” recitado por el propio Jorge Zalamea y nuestra incipiente conciencia democrática se llenaba de valor y coraje para buscar una sociedad más libre, equitativa e incluyente. Como a pesar de tantos cambios, Colombia y el mundo siguen siendo tan desiguales, con tanta pobreza y tan preñados de despotismo, las prédicas de oráculos de un futuro mejor, como Santrich, renuevan nuestra fe en el género humano y en sus posibilidades de salvación.
Las canciones de Julián Conrado (su nombre de pila es Guillermo Torres) son un bálsamo para el alma. Cree firmemente que lo más revolucionario en el mundo es el amor. Dice que los pájaros son los que cantan más bonito porque cantan sin cobrar. No se considera cantante sino cantor, dado que su escuela musical no ha sido la academia sino la calle. Es un verdadero juglar cuyo sentido del amor y la solidaridad los ha transformado en notas musicales con las que alegra el corazón de sus oyentes insuflándoles pasión de vida y aprecio por sus semejantes. Cuanta diferencia con sus adversarios extremos, enemigos del perdón y predicadores del odio y la venganza.