Escabrosas las revelaciones de los militares retirados y un exdirector de DAS en la audiencia de la jurisdicción especial para la paz (JEP) en el Casanare. Estremece conocer las estrategias con las que agentes del estado asesinaron a jóvenes colombianos para obtener beneficios.
Una dura verdad que ha venido develándose de manera gradual, que muchos preferirían que continuara oculta, pero que al salir a la luz pública nos muestra que el “todo vale” es muy peligroso, sobre todo cuando es promovido desde el alto gobierno.
Aun más peligroso cuando la sociedad lo permite a sabiendas de que se están haciendo cosas indebidas, aplaudiendo a quien las promueve y tolerando las practicas derivadas de esta.
Era el gran temor de Álvaro Uribe y su partido, que la JEP comenzara a destapar sus andanzas, incluida la manera como dirigieron el estado para acabar con la vida de jóvenes inocentes con el objetivo de mostrar que se estaba ganando la guerra contra la subversión.
También se constituía en el pánico de sus obsecuentes seguidores, quienes enceguecidos vitoreaban todo lo que se hacia en ese gobierno, hechos que ahora no saben como justificar porque son injustificables, y que en el mejor de los casos, muy pocos por demás, aceptan su deplorable error.
Es entendible entonces el afán del gobierno de “Iván el insustancial” para obstaculizar la JEP, esfuerzo inútil obviamente, porque los gritos de 6.402 jóvenes inocentes ejecutados por las fuerzas del estado y sus familias terminaron venciendo las burdas intenciones del ejecutivo para ocultar la incuestionable verdad.
La historia se encargará de contar de manera extensa esa verdad, dirá que producía miedo en quienes fueron sus promotores y seguramente explicará que fue un presidente que tuvo todo para cambiar la historia del país, pero prefirió comportarse como los delincuentes con los que compartió en varias etapas de su vida.
Falta mucho trecho, la JEP debe enjuiciar y condenar a los jefes de las FARC por sus crímenes, y a su vez, a los agentes del estado que hicieron lo mismo pero con una gran diferencia, que sus actuaciones se presumían que estaban dentro de la legalidad.
Lo doloroso de ese pasado es que puede servir para muy poco, porque el desastre que terminará siendo el actual gobierno de la extrema izquierda, puede conllevar a que gran parte de los colombianos vuelva a votar por la extrema derecha en busca de la autoridad perdida, igual a como lo hicieron en el 2002, es decir que tenemos mucho riesgo de padecer nuevamente esa dolorosa historia, incluidas sus lecciones no aprendidas.
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