Tres meses después de que una avalancha sepultara bajo miles de toneladas de piedra y arena al caserío, sus habitantes están a la espera de que se cumplan todas las promesas hechas para su reubicación. Tres meses después de que una avalancha sepultara bajo miles de toneladas de piedra y arena al caserío, sus habitantes están a la espera de que se cumplan todas las promesas hechas para su reubicación. El lugar podría ser declarado camposanto GERARDO VALENCIA GUTIÉRREZ LA NACIÓN, ISNOS Las cruces de madera puestas en el lugar donde estaban las casas de habitación, los nombres de quienes la madrugada del sábado 6 de octubre de 2012 fueron sepultados por una enorme avalancha de la quebrada La Chorrera del Mortiño, que en cuestión de minutos acabó con la vida y los sueños de 14 personas que vivían en ese paradisiaco lugar de las riberas del río Magdalena. Los sembradíos de café, naranjo y otros árboles frutales también desaparecieron bajo las enormes rocas y hasta el momento ningún tipo de vegetación ha nacido en esa árida y polvorienta zona en la que quedó convertida, la que otrora fuera un próspero caserío. La vida de sus habitantes sobrevivientes cambió por completo desde esa fatídica madrugada, pues el lugar fue declarado como zona de alto riesgo y ya nadie quiere quedarse allí en las noches por temor a nuevos desbordamientos y al taponamiento intempestivo del río Magdalena. Ahora sólo esperan que el Gobierno Nacional, el Departamento y el Municipio avancen en la cristalización de los proyectos anunciados para la reubicación de las familias y el restablecimiento económico de los damnificados. Samir Rojas, presidente de la Junta de Acción Comunal de Villa del Prado, asegura que a pesar de que ha sido lento el proceso de recuperación y que éste apenas empieza, no se han sentido solos, pues entidades como el Sena y el Municipio están pendientes de apoyar a la comunidad desde el mismo momento de la tragedia. “Tanto así que ya se cuenta con el lote de terreno para la construcción de las viviendas para las familias que lo perdieron todo y aquellas que, debido al riesgo que corren, deberán ser reubicadas los más rápido posible”, dijo el Presidente de la JAC. La mayoría de las familias que perdieron sus casas de habitación se han ubicado temporalmente donde sus familiares, vecinos o albergues, mientras se les presenta una alternativa para iniciar la reconstrucción de sus vidas. Ellos están relativamente bien, pero carecen de todos los medios para reiniciar sus vidas, por eso piden que, además de la casa, se les pueda dar un pedazo de tierra donde trabajar “Para uno como campesino la casa es muy importante, pero realmente lo que necesitamos es tierra para trabajar y devengar de ella el sustento para nuestras familias”, dicen Peligro latente Quienes tienen su casa y aún persisten en vivir allí, no están tranquilos ni de día ni de noche. Nuevos deslizamientos de tierra en la parte alta de la quebrada y derrumbes sobre la margen del río Magdalena, hacen que la zozobra no desaparezca. “Se han venido dos derrumbes que por poco taponan el río. Hace unos 15 días se metió de nuevo el río debido a que se desprendió un pedazo de montaña. Todos salimos corriendo”, dijo Adriana Cristina Macías, vecina del lugar. Camposanto Debido a que en el lugar murieron 14 personas entre niños y adultos, y que cuatro de ellas no fueron encontrados, los vecinos les han solicitado a las autoridades eclesiásticas se declare el lugar como camposanto, y de esa manera sus seres queridos descansen en paz, según la tradición católica. “Estamos esperando que el señor Obispó de Garzón venga y nos visite y decida si declaran camposanto este lugar, donde creemos que aún están los cuerpos de cuatro de nuestros vecinos amigos, para que así descansen en paz sus almas”, dijo Samir Rojas. La avalancha que se registró hacia las cinco de la mañana del sábado 6 de octubre de 2012 dejó como saldo 14 personas muertas, entre ellas los menores Cristian Cerón y Tatiana Arbeláez y las señoras Mirian Santiago y Sandra Zúñiga, cuyos cuerpos nuca fueron hallados. Villa del Prado es ahora un lecho de piedras y árboles muertos. El puente que unía a Villa del Prado con la vereda La Remolina desapareció y aún no ha sido construido. Las cruces levantadas siguen como símbolos de la tragedia que sepultó varias viviendas. Escombros, piedra y arena es lo que queda de Villa del Prado. Las comunidades afectadas siguen viviendo los efectos de la tragedia. John William Cardozo Rojas visita la “tumba” de los que fueron sus vecinos.