La Nación
Virgilio Barco: gestor del genocidio contra la UP 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Virgilio Barco: gestor del genocidio contra la UP

Por: Eduardo Gutiérrez Arias

El genocidio contra la Unión Patriótica, con dos candidatos presidenciales, 9 parlamentarios, 11 diputados, 70 concejales y cerca de 6.000 dirigentes y activistas asesinados, es unos de los acontecimientos más lamentables y dolorosos de la historia colombiana. La persecución se inició pocos meses después de su creación en mayo de 1985, como resultado de las negociaciones de paz y la tregua bilateral firmada entre el gobierno del presidente Belisario Betancourt y la guerrilla de las FARC, habiendo el grupo insurgente propuesto este movimiento político legal, como demostración de su voluntad de paz y manifestando que a través de él la organización iría sacando a la vida civil a sus miembros, en la medida en que avanzara la negociación. De hecho, desde su creación legalizó un grupo de cerca de 50 activistas, entre ellos a Braulio Herrera e Iván Márquez, quienes resultaron electos como Representantes a la Cámara por la UP en marzo de 1986 y ejercieron su labor parlamentaria hasta el año de 1988, cuando regresaron a la guerrilla a raíz de las amenazas y asesinatos contra la dirigencia del movimiento. Es bueno precisar que la UP siempre condenó la violencia como arma política y su propósito fue conquistar por procedimientos legales la paz, el progreso, la libertad y la democracia más amplia en el país.

Alberto Donadío, uno de los más prestigiosos periodistas colombianos y columnista en la actualidad del diario El Espectador, participó el pasado domingo 10 de enero en la tertulia “Los Danieles” para leer una columna titulada “Virgilio Barco y el exterminio de la UP”, donde denuncia que éste contrató a un espía israelí, Rafi Eitan, amigo suyo a quien conoció cuando fue embajador en Washington, para asesorar al gobierno sobre la mejor forma de combatir a la guerrilla. Eitan propuso acabar con la dirigencia de la UP y ofreció un segundo contrato con este propósito pero la alta oficialidad de las Fuerzas Armadas, se opuso enérgicamente a esta oferta porque la tarea no era para comandos extranjeros sino para las propias fuerzas armadas de Colombia. A pesar del secreto que rodeó esta operación, existen tres indicios de peso sobre la misma: el testimonio de Ernesto Villamizar, amigo del espía, quien dice que vino a proteger al presidente Barco, un artículo del Washington Post de septiembre de 1989 sobre este asunto y una fuente anónima totalmente creíble, que le reveló al periodista los hechos. El país necesita toda la verdad y esta debe ser una de las más importantes tareas de la JEP.