La Nación
Volvamos a las casas de bahareque 1 20 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Volvamos a las casas de bahareque

 

Fermín Beltrán Barragán

Los avisos de “se vende” o “se arrienda”, se han multiplicado con motivo de la pandemia, parece que nadie quiere invertir en un local si la gente ha reducido su movilidad y ha cambiado sus hábitos de consumo, parece que nadie está dispuesto a pagar apartamentos o casas más allá de un alcance económico garantizado. Hoy las prioridades son otras, poder pagar los servicios y las necesidades básicas, lo demás que espere, pocos están dispuestos a feriar sus ahorros o asumir riesgos en esta incertidumbre.

El sector inmobiliario tiene muchos paradigmas, por ejemplo, la construcción de vivienda obedece a una especie de estándares, los planos y materiales de las casas y los apartamentos son similares, inclusive los sistemas de financiación siguen siendo muy tradicionales: comprar la vivienda, hipotecarla y pasarse la vida pagándola, realmente la propiedad solo se adquiere cuando se paga la última cuota, se libera la hipoteca y se hace la tradición.

Si hay un sector llamado a cambiar y a reinventarse es el inmobiliario. La población sigue creciendo y tener una vivienda es una prioridad de sus individuos. Entonces, por qué no repensamos en ¿cómo será la vivienda del futuro? Esa reflexión debe partir de cómo queremos vivir en y después de la Covid 19, en una mirada detenida y tranquila “nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”, como diría Neruda.

Esa relación del hombre con su espacio y con su cueva, hay que meditarla desde distintos ángulos: ¿Cuánto espacio necesito?, he visto parejas que viven solas en unas casas inmensas y sus movimientos y presencia física no ocupan si una porción de ellas, es como si tuvieran un piano demasiado grande a sus espaldas al que le dedican muchas horas para el mantenimiento y la limpieza, pienso que deberíamos tener el espacio necesario para sentirnos cómodos y en libertad, tener en exceso es solo vanidad, es pérdida del valioso tiempo.

Otra perspectiva para tener en cuenta, es si se quiere una vivienda tradicional o alternativa y ¿en dónde se quiere?, qué tal sin habitaciones, una sola estructura armable, fundida con la naturaleza y las huertas o que se pueda cambiar de sitio. Una vivienda sin hierro ni cemento, con paredes de bahareque u otros materiales, se podrían rescatar y mejorar las costumbres de los antepasados y así bajaríamos los costos, tendríamos frescura y mucha salud y más personas podrían acceder a esas viviendas biosostenibles.

Hoy rendimos culto al cemento, al hierro, y al ladrillo antes a la guadua y al bahareque, pues devolvámonos y mejoremos lo que hacíamos en el pasado. En lugar de esperar y utilizar el hierro usemos lo que la naturaleza nos provee aquí mismo, la madera, la piedra, el barro y muchos otros productos, apliquemos metodologías de diseño e innovación y construyamos viviendas alternativas pero dignas y que sean una solución amigable con el hábitat y una disminución de las brechas de desigualdad.