La Nación
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Voto digno

El comentario de Elías

En las próximas elecciones, ganar con los punteros de las encuestas representa perder dignidad. Ellos encarnan el desdén maquillado para los excluidos y el beneplácito para la minoría incluida. Los dos han forjado este país de abandono donde los niños se queman vivos en Fundación, se mueren de hambre en la Guajira y son descuartizados en Buenaventura mientras ellos, como tahúres de la política, se destapan ases sucios a cada minuto. Ninguna diferencia fundamental los separa, la poderosa manta del neoliberalismo los cobija, los hace sumisos a las elites financieras de occidente. Nuestros verdaderos gobernantes viven en el exterior, nuestras disputas electorales no son más que rifirrafes para escoger capataces nacionales.

Perder así su voto significa ganar dignidad. El mayor triunfo: rechazar la grotesca sinfonía de bochinches electorales. Repudiar el cinismo de un expresidente que ha hecho del chisme su gran bandera nacional. Impugnar las astucias de un presidente que ha hecho de las promesas, las consejas y las dádivas, las bases de un poder intrascendente. Y nada es más gratificante para un ser humano que la dignidad de su voto, le permite avizorar otros horizontes.

Prescindir de la dignidad y ganar en las próximas elecciones significa cohonestar con la prosperidad de lo peor, poseer visión distorsionada de tanta publicidad, ver ingenuamente verdades futuras en las mentirosas promesas del presente. Significa también encubrir las promesas incumplidas de gobernantes anteriores. De Uribe, titiritero de Zuluaga: su reparación integral del campo terminó en dádivas para las elites agrarias, su reducción del desempleo aumentó en niveles altos a pesar de la connivencia del Dane, su eficacia de las EPS concluyó en grandes escándalos de corrupción, su disminución del Congreso por oneroso y deficiente quedó en palabras refritas. Muchas promesas de Santos fueron sólo ejercicios lingüísticos: nunca desmontó el 4/1000, tampoco los parafiscales, jamás reconstruyó Gramalote, ni mejoró la educación, ni la salud, ni el campo… Parodiando a Séneca: ‘La política es algo verdadero para los pobres, falso para los sabios y útil para los dirigentes’

La dignidad de un voto convoca a ver lo real: la política al servicio de las elites nunca será soluciones humanas ni sociales para un pueblo; más que una profesión indefinida y bien pagada, la política debiera ser un servicio ciudadano, social y obligatorio, sin remuneración alguna; ningún cerebro de político viejo podrá pensar en un nuevo político; sólo las mentes lúcidas de los ciudadanos libres podrán provocar ese milagro. Vote con dignidad aun cuando no gane porque es la mejor forma de ganar humanamente.
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