El comentario de Elías El voto en blanco es el más honorable de los votos en cualquier democracia corrompida, igual si está parcialmente permeado por los corruptos de profesión. Permite expresar al ciudadano independiente su cansancio por la ruina de la clase política. No nace de la esperanza sino de la certeza de un fracaso social continuado. Fracaso perdonable si no se enfangara de corrupción. Se perdona la mediocridad, jamás la corrupción, construida de astucia, mezquindad y voracidad. Execrables vicios en lobos que pretenden liderar ovejas, las que serán siempre víctimas si no asumen su propio destino. Es evidente el origen de los enormes males sociales, surgen en las administraciones políticas de cualquier partido como lo señala Saramago en ‘El ensayo sobre la lucidez’. Hacen parte natural de la política que se alimenta por igual de la miseria general y de los privilegios particulares. Disciplina caracterizada por la voracidad, la exclusión, la injusticia y toda una serie de psicologías que depredan al ser humano y al planeta. Cultura para deconstruir, a la manera de Derrida, so pena de perpetuar por siempre esta deplorable condición inhumana. Nada tan urgente como desmontar la cultura política para construir la ciudadana. Cultura incluyente, universal, de aspiraciones humanas. De origen natural según Platón, todos aspiramos por naturaleza a vivir en comunidad, en la polis. Todos nacemos con instinto ciudadano. Contrario a la política que es herramienta de dominación, cultura de elite, herramienta de Poder según Foucault, no de desarrollo humano. No se le ha hecho ni se le hace ningún favor a la humanidad eligiendo políticos. De allí la grandeza del voto en blanco que es un anti-voto. No sirve para consolidar poder sino para desmontarlo. Así debe ser la cultura popular. Como en los pueblos originales, se es más feliz sin ningún poder mezquino que deshumanice. Más humano vivir en el respeto a las leyes naturales. De ese estadio original emerge el voto en blanco: de la necesidad primigenia de libertad, de vida, de sacudir cualquier forma de señorío. Su validez se consolida si los ciudadanos, libres de jefes políticos, se acercan a las urnas y votan en blanco. Si hacen la mayoría simple para repetir elecciones. Si, para entonces, se postulan candidatos con más cultura ciudadana que política. Hay que invertir más en ciudadanía. Hacer política desde la perspectiva ciudadana para forjar su abolición como lo pretendía Marx. Rescatar el espíritu de tiempos originales cuando economía y política no devoraban seres humanos. Eran sus instrumentos de vida, no de muerte. lunpapel@gmail.com