AURA CAMILA MANRIQUE YOSSA
Iba en un taxi, cuando se detuvo en un semáforo pude observar una niña que abrazaba a su juguete, mientras su mamá se acercaba a los vehículos ofreciendo dulces y su papá limpiaba vidrios. Sé que, al otro lado de la historia, diariamente pasan por allí miles de niños en los vehículos que quizás tienen la posibilidad de ir a la escuela, jugar y compartir con sus compañeros; quizás pueden comer sin importar la hora y tal vez sus papás tengan buenos empleos y una situación económica estable.
Me detuve a pensar un momento, que hemos volteado la mirada a asuntos de “verdadera importancia nacional” y hemos quitado del foco a nuestros niños. Pues si bien jurídicamente gozan de la mayor protección que el Estado puede brindarles, en la realidad vemos que la niñez aún está siendo golpeada. Y para corroborarlo no hace falta una profunda investigación, sino salir a la realidad y darse cuenta de que ellos están allí, unos trabajando y otros esperando a sus padres mientras lo hacen, pues ir a la escuela es un lujo que no todos pueden darse.
Ellos no solo son víctimas de las pésimas decisiones administrativas, son víctimas de todos nosotros, de nuestra indiferencia, de nuestra hipocresía. Hay que volver a mirarlos con la importancia que se merecen y de rodillas pedirles perdón por no haberlos cuidado, como si fuésemos unos padres irresponsables que un buen día decidieron volver. Si el gobierno no hace efectivas las garantías que constitucional y legalmente se consagran, al menos cada uno de nosotros podemos ser garantes de hacer un niño feliz. Hay que detenerse a pensar ¿cuáles son los recuerdos que van a tener de esa niñez adversa? ¿Cómo queremos tener una sociedad fuerte si no cuidamos de ellos? ¿Cómo queremos una sociedad sin delincuencia si no les damos las herramientas básicas de su desarrollo?
Pero la respuesta del gobierno es una reforma tributaria que finalmente los afectará directamente a ellos, porque con probabilidad de certeza las políticas fiscales que se avecinan traerán de la mano inflación y desempleo. Hoy los niños merecen que sus padres tengan empleo, con condiciones salariales y de seguridad social dignas; pues al final ellos por si mismos son indefensos. Así que presidente Duque, si no le interrumpo la reunión con Maluma y si no es mucha molestia, le solicito que saque un poquito de tiempo para el país.