La Nación
¿Y para qué sirve la educación? 1 20 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

¿Y para qué sirve la educación?

Antonio Roveda H.
Rector de la FET

La respuesta parece obvia y básica, sin embargo, y por estos tiempos de complejidad e incertidumbre, nada es realmente tan “obvio” ni mucho menos predecible. El sentido de la educación también hoy está seriamente retado y pasa por las duras lides del cuestionamiento social en su “función básica” y en su papel esencial de “construir una sociedad más moderna y civilizada”.

Educarse hoy, no implica limitarse al complejo y exclusivo ejercicio de la docencia, de la “instrucción, entrenamiento o capacitación”. Su papel es mucho más determinante: consiste en reconstruir una sociedad que no ha logrado asociar plenamente su relación directa y proporcional entre educación y desarrollo; educación y “civilidad”; educación y respeto, tolerancia, democracia, convivencia, etc.

Paulo Freire lo diría mejor: “la educación no cambia al mundo; cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. No hay duda, nos educamos para ganar más perspectivas, actuar y transformar la realidad. Por lo tanto, no es posible pensar en una educación que propenda por una “formación” en antivalores que vaya en contravía de la paz, del progreso y la convivencia humana. No comprendo una “educación” que avive los odios, el racismo, la xenofobia, las actitudes hostiles contra los demás y, menos aún, que incite a la violencia. La verdadera educación está asociada a la innovación, a la protección de las personas, el planeta y las mejores formas de convivencia más humanas.

 

Nos formamos para cambiarnos a nosotros mismos, para servir a los demás, para que, independientemente de nuestras disciplinas, le apostemos decididamente a rediseñar el nuevo humanismo de siglo XXI, y para albergar la esperanza de que Colombia, el Huila y el planeta pase de “condiciones menos humanas a más humanas”.

Nos educamos porque sabemos que es desde la ciencia, la técnica y el conocimiento donde podemos descubrir mundos mejores y posibles. Nos educados para poder saborear mejor el arte, la música, la poesía y unos nuevos amaneceres. Nos educamos porque así la vida gana valor y belleza. Nos educamos para no depender tanto de aquello que ignoramos; para respetar a los demás, a los otros, a nosotros mismos, y para poder resolver la centenaria disputa entre barbarie y civilización. Nos educamos para evitar que las oscuridades de la violencia actual nos cieguen y nos llenen de “argumentos” que siempre justifican el odio. Nos educamos para que nos duela un poco más nuestro país y su destino… para llenar a Colombia de virtudes, de sueños, de sentido y de ganas de vivir.