Constitución Política de Cundinamarca 1811: (artículo 9 del título IX) “La Fuerza Armada es esencialmente obediente y por ningún caso tiene derecho de deliberar, sino que siempre debe estar sumisa a las órdenes de sus jefes”.
El 16 de agosto de 2011 juré ante la bandera de Colombia respetar la Constitución de 1991, las normas, leyes y defender hasta con mi propia vida la libertad y seguridad del pueblo colombiano, que, aunque desagradecido e irrespetuoso con la Fuerza Pública, siempre mantuve mi vocación de servicio y apoyo a la comunidad como Suboficial de mi Ejército Nacional, hasta el último día antes de retírame de la Institución.
Han sido muchos los cuestionamientos del Ejército Nacional en los últimos años, y es que, las malas mañas políticas de los presidentes en las dos últimas décadas, han permeado las estructuras castrenses de la institución, hasta el punto de que Generales de la República a cambio de ascensos y honores, hicieran cometer errores a soldados fáciles de manipular, los que hoy en día han costado el rechazo de las víctimas, por los diferentes casos aberrantes que ha marcado el siglo XXI en la historia de Colombia.
El acápite inicial nos ha demostrado, que, desde sus inicios hasta la actual Constitución, ha mantenido al margen a los miembros de las Fuerzas Armadas frente a la política, y es que no puede haber nada más peligroso que un hombre con distintivos y el poder de mandar a miles de soldados que empuñan un arma, la que se les fue entregada para la defensa de la Nación y no en contra de ella. La historia en mundo ha sido testigo del poder letal que puede tener un militar, pues solo basta con mirar un poco hacia atrás y revisar las dictaduras militares que han ocasionado el holocausto en sus países.
Los colombianos no podemos seguir cayendo en el error de ignorar y querer saltarnos la Carta Magna, ni mucho menos permitir que aquellos funcionarios que por norma se les ha otorgado la responsabilidad de respetarla y hacerla respetar, caigan en el infortunio de destrozar un mandato constitucional. Los desafortunados tuis del General Eduardo Zapateiro, son hechos que no puede permitir el Estado, que desafortunadamente en la actualidad cuenta con un pésimo Gobierno cómplice del desastre y que aplaude cada vez que un miembro de su gabinete la embarra y ahora proteja a quien ha violado de manera frentera la Constitución. Pero cómo no celebrar cada estupidez, si es que es el mismo Duque con su actuar se ha encargado de pisotear las normas y el mandato constitucional.
Rechazo profundamente y lamento la actuación del General Zapateiro, que debería estar más atento de la seguridad del país y combatir al narcotráfico, que estar metido en temas que no son de su incumbencia, pues los militares no pueden caer en el error y juego de los políticos. A calificar servicios General.