Por: Eduardo Gutiérrez Arias
Quien lo creyera. Rodrigo Lara Restrepo, el hijo mayor de Rodrigo Lara Bonilla, el exministro de justicia mártir, que sacrificó valientemente su vida enfrentado a las mafias que se estaban apoderando del Estado colombiano, es hoy en el Congreso, como presidente de la Cámara de Representantes, un portavoz del partido con más vínculos y penetración por esas mismas mafias. El reciente debate en el senado de Claudia López y Jorge Robledo contra la corrupción, dejó claro que Cambio Radical es el partido más penetrado por el paramilitarismo, el narcotráfico y la corrupción. Sus parlamentarios, gobernadores y alcaldes acusados, investigados y muchos ya condenados por estos delitos, son una prueba irrefutable. Baste mencionar los nombres de Kiko Gómez, Oneida Pinto, Miguel Pinedo, Javier Cáceres, Humberto Builes, Jairo Enrique Merlano, Álvaro Cruz, Joaco Berrio y Julio Enrique Acosta, para ilustrar esta larguísima lista de copartidarios delincuentes del hoy presidente de la Cámara. Será tan grave el problema de Cambio Radical que Germán Vargas Lleras, decidió no inscribir su candidatura a la presidencia de la república por este partido sino por firmas.
Ahora resulta que Lara Restrepo es el principal vocero en el Congreso de la extrema derecha que quiere hacer trizas los acuerdos de paz con las FARC. No sólo dilata y sabotea la aprobación de leyes fundamentales de estos acuerdos como la que crea la Jurisdicción Especial de Paz o la llamada Reforma Política, sino que prohíbe el ingreso de los exguerrilleros a sus instalaciones, a pesar de haberse desarmado, creado su partido legal y estar cumpliendo sus compromisos con el Estado. Los debates que el laureanismo, encabezado por Álvaro Gómez Hurtado, hizo contra el Frente Nacional, que intentaba hacer la paz a comienzos de los años 60 del siglo pasado, hoy los hace contra este nuevo proceso de paz, Rodrigo Lara Restrepo.
Si el ataque del ejército ordenado por Guillermo León Valencia contra las zonas agrarias de Marquetalia, Rio Chiquito, El Pato y Guayabero en 1964, dieron como resultado el surgimiento de las FARC y más de 50 años de guerra, desplazamientos y 8.000.000 de víctimas, que resultado dará la destrucción de los acuerdos de la Habana y el teatro Colón? Qué pensará el ELN que negocia en Quito, sobre el actual incumplimiento de los acuerdos por el Estado? Que estarán pensando los mandos medios de las FARC como El Paisa y Romaña, cuando observan el trato descomedido y grosero contra sus líderes en el Congreso? La única respuesta que se me ocurre es la del proverbio bíblico “siembra vientos y cosecharás tempestades”.