La Nación
“El hombre del ‘posvirus’ será más amable” 1 1 mayo, 2024
ENTREVISTA

“El hombre del ‘posvirus’ será más amable”

El obispo de Neiva, monseñor Froilán Casas, reconoce que nunca se imaginó una Semana Santa en medio de una pandemia. “Con la ayuda de Dios, tendremos que salir de esta noche oscura”, augura. Habla además de cómo están subsistiendo los curas con las parroquias cerradas.

Jesús Antonio Rojas Serrano

editorgeneral@lanacion.com.co

 

El Obispo de Neiva, monseñor Froilán Casas, se ha caracterizado por ser un hombre dedicado a la oración. Con motivo de esta pandemia, que de la noche a la mañana confinó al planeta, reconoce que “redobló” esos momentos íntimos con Dios.

Dice que “esta realidad nos está haciendo sufrir a todos”, pero que “nos va a generar un cambio. Y se atreve a lanzar la siguiente advertencia: “El hombre del ‘posvirus’ será más amable, más acogedor; menos arrogante, menos altivo, menos soberbio”.

Aquí está el diálogo que sostuvo LA NACIÓN con el máximo prelado de la Iglesia Católica huilense, imperdible en el comienzo de esta extraña Semana Santa en la que no veremos templos llenos ni romerías en las procesiones.

¿Qué impresiones tiene acerca de esta Semana Santa inédita que empieza hoy por cuenta de una pandemia?

Realmente en tanto tiempo jamás había ocurrido esto. Todo lo que leía jamás pensaba que nos tocara vivir esa experiencia. Ante esta realidad, nos pegamos más a Jesucristo y celebraremos los ritos litúrgicos en privado, valiéndonos de los medios tecnológicos para que la gente en sus hogares celebre la palabra divina.

 

¿Cuál será el mensaje de la Iglesia Católica para estos días?

Es un mensaje de esperanza, de fortaleza, para decir que el Señor no nos ha abandonado, que estas cosas son realidades que produce el ser humano por el desorden. Este coronavirus no fue producto de arte de magia, de generación espontánea; responde a la desorganización de la humanidad en el manejo mismo de la naturaleza. No puede creerse que Dios nos está castigando. Dios no es un Moloc, estilo de los dioses antiguos que descargaba su ira en el ser humano y lo castigaba; el Dios revelado en Jesucristo es un Dios de amor. Obviamente, uno no entiende muchas cosas. Yo pienso que en medio del dolor y de las tristezas que nos están causando la pandemia, sus cuadros escalofriantes, debemos darle importancia a Dios, a la familia. Yo fui a estudiar a Europa y tuve que celebrar; los templos eran llenos. Hoy los nuevos ‘templos’ son los estadios, las grandes discotecas, las playas y los centros comerciales. No es que sea malo, pero tal vez, hay que aprender de todo esto que estamos padeciendo. Tal vez, hemos sacado a Dios de nuestros corazones, de nuestros hogares; tal vez, le hemos dado mucha importancia a lo secundario y hemos olvidado lo fundamental; tal vez, estamos despilfarrando el dinero. En fin, hay que hacer lecturas, sin creer en cataclismos y presagios de acabamiento del mundo.

 

¿Es esta semana santa una prueba dura para la Iglesia Católica, acostumbrada siempre a la romería a procesiones y templos?

Obviamente, nos causa dolor. Pero, aquí esto no es de vencedores y vencidos; es una realidad que estamos padeciendo todos. Y en este sentido, sufrimos todos. No se trata de pérdidas, sino más bien de sacar de esta experiencia lo positivo. Con la ayuda de Dios, tendremos que salir de esta noche oscura y mañana saborearemos un alba de gozo, cambiando comportamientos de despilfarro, de abandono de Dios, de descuido de la familia, de cambiar la jerarquía de valores. Esta realidad que nos está haciendo sufrir a todos, nos va a generar un cambio, de valorar más la gente, de valorar al otro, valorar al cuerpo médico, valorar a nuestros policías y soldados, valorar a tanta gente buena. El hombre del ‘posvirus’ será más amable, más acogedor; menos arrogante, menos altivo, menos soberbio. Vamos a dedicarnos más a construir, que a destruir.

 

¿Qué van a hacer con todos los ritos para esta Semana Santa? ¿Cuáles son sus disposiciones?

Expedí un decreto, muchos antes de que salieran los decretos civiles, ordenando cerrar templos, de celebrar en forma privada, acogiendo la realidad de esta pandemia. Las ceremonias serán transmitidas por las redes sociales y medios de comunicación.

 

Los sacerdotes tienen en los días santos un rito de renovación de sus votos, ¿Qué va a pasar con ese momento tan íntimo?

El miércoles santo, a las diez de la mañana, yo celebraré y consagraré el crisma y los óleos para los enfermos y los bautizados. Todo eso se hará pero en privado y con la asistencia de dos sacerdotes, con la transmisión por los medios virtuales. Los padres estarán conectados para hacer las promesas de la renovación del compromiso de la ordenación sacerdotal. El jueves santo, no habrá lavatorio de los pies; la adoración de la cruz será un acto más simbólico. Serán ceremonias más sobrias, en silencio, con los templos vacíos.

 

Monseñor Casas, ¿Se imaginó algún día tener que hacer estos ritos de manera virtual?

¡Nunca! Quien iba a pensar cuando uno leía todas esas cosas de la peste negra, la gripe aviar o la gripe española, que nos iba a tocar. Absolutamente impensable, pero nos toca asumir esa realidad, la cual implica una toma de conciencia y afrontarla, ayudarnos mutuamente. No se trata de condenar a nadie ni buscar culpables. Lo importante es que debemos unirnos para enfrentar este terrible flagelo, este virus horrible, que está causando muertes, colapsando a los hospitales, morgues y cementerios.

 

En otras regiones del mundo han muerto sacerdotes por coronavirus, ¿Qué directriz hay para ellos en el Huila?

Es admirable esa labor pastoral de muchos sacerdotes que están gozando de la gloria de Dios. Sin embargo, es importante que nuestros sacerdotes extremen los cuidados, usen tapabocas y guantes. Tal vez, en España e Italia, no se veía la gravedad de la enfermedad y muchos padres terminaron contagiados. Los sacerdotes deben cumplir las normas de las autoridades sanitarias, aunque a veces no se puede controlar esa actitud de caridad y amor de la gente por los otros. Hay que tener presente que sí yo me contagio, puedo contagiar a otros que se pueden morir también. El mínimo cuidado de uno, es el cuidado de los demás.

 

Esta pandemia ha puesto de rodillas a la economía, tiene a las empresas en ‘cuidados intensivos’, ¿Cómo están haciendo los curas para subsistir en sus parroquias cerradas?

Se determinó que los sacerdotes no aportarán nada a las curas diocesanas porque, a diferencia de los gobiernos departamentales o municipales, la Diócesis se sostiene con las parroquias. Se hará uso de un fondo que tendrá su aguante. Con la ayuda de Dios, esto se supere en dos meses. La vida austera implica ahora una toma de conciencia. Yo creo que todo va a bajar en términos de gastos. Esto será una especie de posguerra. Cuando uno lee lo que le tocó a la Europa de la segunda guerra mundial, fue una vida cruel, dura, pero la afrontaron, la superaron y después, llegó la prosperidad. Todos tenemos que ayudarnos y la gente querida sostendrá a sus sacerdotes. Si antes comprábamos tres cosas, ahora vamos a comprar una. La cuota de sacrificio es de todos en este planeta. Es verdad que el Estado está dando de todo lo que pagamos los colombianos en impuestos, pero eso también tiene su tope, su límite y su tiempo. Ojala esto pase porque todos nos estamos viendo afectados. Las obras parroquiales que teníamos previstas se frenarán, por ejemplo.

 

¿Qué ve hacia futuro?

Es tan impredecible. Pero, yo creo, confiando en Dios, que esta noche oscura pasará. Yo he sido un hombre de oración, pero ahora, la he redoblado. Estoy pegado al Santísimo. Yo pienso en que en dos meses esto tendrá que haber pasado, pero con una recuperación lenta. Vamos a tener un periodo de dos o tres años de vida austera, disciplinada. En Europa, tuve la lección de un compañero esloveno; una vez en el comedor, arrojé un pedazo de pan porque como buen colombiano despilfarraba, y él lo recogió y lo guardó en una servilleta; yo quedé avergonzado y me dijo: Froilán tú no sabes lo que es el hambre. Me enseñó el cuidado con la comida porque a veces la gente abusa; desecha un plato, quiere otro; despilfarra el agua, la luz; somos una cultura consumista; una cultura sin disciplina. Tantos hijos malcriados, con papás que los complacen en todo. El ‘posvirus’ lo va a cambiar. Vamos a darle prioridad a lo verdaderamente necesario.

 

Finalmente, ¿Cómo está viviendo la cuarentena?

Permanentemente al teléfono, hablando con los sacerdotes, con el Banco Diocesano de Alimentos, con las parroquias, aconsejando a las personas, llamando a un padre a animarlo. También he estado hablando mucho con los medios de comunicación. He estado escribiendo, leyendo un poco más, orando demasiado, pidiéndole al Señor que esta noche oscura pase pronto. Hago igualmente ejercicio, me bajo al garaje, me pongo a hacer flexiones, a caminar, para evitar que el cuerpo se atrofie.

 

Monseñor, ¿Le puede dar una bendición a los huilenses, a través de estas páginas de LA NACIÓN?

Con todo cariño para todos los huilenses, comprometido con ellos en nuestra Diócesis, orando y suplicando para que todo esto pase, que el Señor todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre cada uno de ustedes, sus familias, cuerpo médico, policías, soldados, quienes están enfermos, recibamos la fuerza de lo alto y el Espíritu Santo los inunde con el don poderoso de la fortaleza. ¡Alabado sea Jesucristo!