Piter Bonilla Díaz
Observé con atención desde la llegada de Francisco hasta la celebración de la Misa, para luego ocuparme a escribir esto, en razón al envío oportuno para su publicación.
Me gustó la oportunidad de los lisiados víctimas de la violencia, especialmente de la Policía para salir a saludarlo, al igual que el grupo de niños y menores con síndrome de Down, y desde luego, la manera como la gente salió tumultuosamente al paso del Papamovil que lo condujo hasta a la Nunciatura Apostólica donde también, entre otros, un grupo de jóvenes que tuvieron la desgracia de caer en el terrible vicio de la droga, por suerte en vía de recuperación, le brindaron la bienvenida a su estilo.
Tiene el Sumo Pontífice la excelente comunicación del humanista, con una manera pausada, disuasiva, didáctica y coloquial, para dirigirse sobre todo a la juventud.
La equidad, la acción solidaria con los desprotegidos y la aplicación de la ley, son un imperativo para que haya sosiego, fueron algunos de los aspectos mencionados inicialmente por el máximo conductor eclesial, de acuerdo con la interpretación que se le pueden dar a sus palabras. Luego no hay paz con impunidad y desdeño de lo social. No está bien enterado Bergoglio sobre la realidad de Colombia. Ignora que el pueblo está agobiado con la soga de los impuestos, la pésima atención de la salud, la crisis que afecta al gremio arrocero, a las fábricas de textiles, de calzado, etc, fenómeno que aumenta el desempleo. Y quizás lo peor, la corrupción, cinismo y la mitomanía generada por el Ejecutivo.
Expresa con mucho énfasis S.S. la noble causa del perdón, sin duda refiriéndose al proceso de paz con la guerrilla colombiana, pero, ante su formación en la congregación de los Jesuitas, el espíritu socialista que los liga y que para utilizar el lenguaje bíblico, debe saber que el comunismo es un rebaño de ovejas ávido de buen pastaje, que cuando detenta el poder se convierte en voraz y sanguinario lobo. Que fue en lo que se volvió Castro en Cuba y su pupilo Chávez en Venezuela. Entonces, el asunto no es el de conceder el perdón, sino el temor que se cierne en la destrucción de la democracia y de la misma patria.
Se espera del Papa, así como emplazó a los obispos a mejorar su actividad pastoral, la condena a la pederastia en el clero, como logró la asepsia en el Banco del Vaticano. Es preferible un sacerdote con hijos que un cura abusador de niños.