Gabriel Calderón Molina
La corrupción se tornó en una endemia en el país. Ahora hace parte del modo de vida y las costumbres de muchos en razón a que en estos tiempos los Valores Éticos y Morales han desaparecido del comportamiento de gran parte de las personas en todos los niveles sociales. La causa fundamental de la corrupción proviene de que estos principios que deben regir nuestras conductas, fueron eliminados del componente en la formación de los niños en los hogares, escuelas, colegios y de jóvenes en muchas universidades.
Hace algunos días circuló por las redes sociales el video de una conferencia de un expositor en la cual explicaba que la educación en valores (éticos y morales) constituye la base fundamental de las personas de calidad y que han hecho del Japón un país en donde la corrupción no tiene cabida en la mente de sus habitantes. Al llegarle dicho video al ilustre ex magistrado el doctor Marcelino Triana, al pensar en el país, escribió: “Muy interesante. El problema es que aquí en Colombia a la minoría que gobierna y la que tiene el poder económico no les interesa ni siquiera instruir al pueblo, menos darle una formación que haga pensantes a las personas porque así no podrían manipularlos y manejarlos fácilmente aunque los valores se trasmiten inicialmente en el hogar, debido a que los paradigmas de la sociedad capitalista son el lucro, la competencia y la ganancia; es muy poco lo que el hogar puede hacer, cuando muchas veces ya los padres han sido a su vez educados con esos paradigmas”. Comparto totalmente su pensamiento.
La corrupción es una realidad que condena a Colombia a padecer este mal, hasta tanto la educación en valores no transforme la mentalidad de las nuevas generaciones. Causa risa escuchar a los candidatos presidenciales, sin excepción, prometer que acabarán con esta desgracia. Así lo prometieron todos los presidentes de los últimos 40 años. En vez de lograrlo, la corrupción siguió invadiendo todos los ámbitos de la sociedad: el Poder Ejecutivo y funcionarios de todos niveles, el Legislativo, la Justicia (desde los magistrados hacia abajo), contratistas, empresa privada, etc., la lista es interminable.
Por más leyes que se expidan, la corrupción sigue campante. La educación en valores éticos y morales de las nuevas generaciones nos llevaría a un gran cambio en el país.