La Nación
COLUMNISTAS

A leer el significado del voto en blanco

Es evidente que las encuestas de opinión, especialmente en épocas electorales, se interpretan de acuerdo a los intereses de cada uno y de ahí la confusión que con frecuencia se logra.

Acaban de salir los resultados de la primera encuesta electoral del 2014, y los titulares de los analistas son totalmente opuestos: unos destacan que el Presidente Santos tiene una aceptación del 50%, cosa que hacía tiempo no lograba, y otros, por ejemplo Las 2 orillas, titulan que el voto en blanco le gana al Presidente Santos en la elección Presidencial.

Las dos cosas son ciertas y son resultados de esta consulta a la opinión pública. Sin embargo, como es evidente, los mensajes que se envían son totalmente opuestos.
Los primeros quieren dejar la idea en la población del país que la reelección del Presidente Santos es una absoluta realidad sin peligros de ninguna especie. La segunda plantea todo lo contrario porque se interpreta el voto en blanco como una profunda debilidad de los candidatos presidenciales actuales. No logran convencer a una tercera parte de la población encuestada.

La verdad es que llegó la hora de no descalificar de entrada la existencia de una población muy significativa que ejercerá su derecho democrático pero para expresar su profunda insatisfacción con los candidatos presidenciales actuales.

En primer lugar, la posibilidad de votar en blanco, que también se ve como una alternativa creciente para las elecciones al Congreso, es un claro rechazo a la forma que ha tomado el ejercicio de la política en Colombia. No es nuevo este hecho pero por fin se siente una clara reacción negativa que va a tener consecuencias serias en las próximas elecciones. A los partidos el mensaje es clarísimo: pueda que sobrevivan estas elecciones por las maquinarias aceitadas por el gobierno actual pero su futuro es negro.

Y en segundo lugar, para el liderazgo en general en Colombia es un campanazo. Cuando un país deja de creer en quienes tienen el poder solo cabe una posibilidad para sostener la democracia y esta consiste en la apertura a cambios profundos en las características y capacidad representativa de sectores que se sienten excluidos. Además, una consecuencia que no se ha reconocido y que puede agravarse es el abandono de la búsqueda del poder político por parte de sectores que podrían aportar a la dirigencia nacional, de personas preparadas y probablemente sin muchos de los vicios de quienes ocupan hoy estas posiciones. De nuevo, las consecuencias de esta autoexclusión son muy graves para el país.

Sería un milagro para quienes no resisten más la mediocridad y los vicios de la mayoría de los políticos, que el voto en blanco para las elecciones que se avecinan llegue al 51%, que sería la forma de obligar a una renovación de los candidatos, a la presidencia, por ejemplo. La explicación es obvia y radica en la existencia de las empresas electorales que compran votos descaradamente y que dan y reciben mermelada con recursos fiscales para asegurar su elección. Sin embargo, independientemente del nivel que se logre, aún si es inferior al deseado, no debe subestimarse su lectura. No más empresas electorales, no más clientelismo, paramilitarismo, corrupción, nepotismo y toda aquella lista que describe la política del país.