Una mirada hacia la familia
Consuelo Serrato de Plazas
Parodiando al estadounidense Maxwell Maltz: «La autoestima baja es como conducir por la vida con el freno de mano puesto».
Todo ser humano posee una percepción valorativa de sí mismo que puede ser de naturaleza positiva o negativa lo cual repercute de manera determinante en los diversos ámbitos de la existencia. De ahí que una autoestima positiva se erija en poderosa fuerza impulsora que nos lleva a ampliar nuestro propio potencial y simultáneamente en factor de bienestar y crecimiento, en tanto la baja autoestima es fuente de indecisión e incertidumbre dado que comporta una apreciación subvalorada del propio ser constituyéndose a menudo en talanquera que impide hacer realidad los sueños por cumplir.
Sobre el particular conviene destacar que si bien no existe consenso sobre el momento en que se origina la autoestima, estudiosos del tema coinciden en afirmar que la etapa de la adolescencia inicial –entre los10 a 13 años- es el periodo más proclive para su formación la cual se desarrolla gradualmente como resultado de la trayectoria de vida en las esferas social y familiar en las que se desenvuelve cada individuo.
Pero ¿cuáles podrían ser las consecuencias de una autoestima debilitada?
En primer lugar la pérdida de autoestima es una realidad más común de lo que nos pudiésemos llegar a imaginar y se constituye en predictor de riesgo en términos de salud física y emocional, derivados concretamente de un sinfín de temores e inseguridades que en la mayoría de las veces lleva a las personas a caer en relaciones afectivas nocivas, situaciones de estrés, desórdenes alimenticios, trastornos de sueño, entre otros.
Con todo es hora de romper de una vez por todas con esos nocivos patrones de comportamiento que tanto daño hacen y en su lugar reconciliarnos con nosotros mismos aceptándonos tal y como somos, pero también demostrando nuestra propia valía pues «ningún hombre puede sentirse cómodo sin tener su propia aprobación» tal y como acertadamente lo expresara el novelista Mark Twain.
A la luz de lo expuesto concluyo preguntando: ¿Cómo está tu nivel de autoestima?