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Adopción: Normalización y bio-poder

Nada más tambaleante para nuestra sociedad colombiana, con su característico conservadurismo mojigato, que el fallo de la Corte Constitucional en torno a la adopción, tema al que por cierto poca información se ha suministrado de manera pedagógica en las escuelas y colegios. Reflejo de esto es la ambivalencia con que se ha manejado en el imaginario colectivo sobre todo alrededor del fallo. Por ejemplo, nos hemos preguntado ¿a quién está dirigido? ¿Qué efectos trae consigo? Aquí no podemos caer en el error medieval de juzgar el contenido por el continente. Por esto me permitiré reflexionar sobre la adopción entendiéndola a partir de dos claves interpretativas. La primera como unatécnica de normalizacióny la segunda comobio-poder.

Ante la innegable influencia de la tradición judeo-cristiana (poder pastoral) en nuestra legislación nacional, la categoría de familia se ha implantado en tanto institución que se desempeña como célula dentro de un entramado de relaciones subjetivas llamado sociedad. Para su lineal funcionamiento, la familia funciona como un dispositivo de normalidad, es decir que se constituye como la norma –una grilla- a través de la cual el sujeto debe pasar y de allí emerger dentro de la estructura social. De ahí que – y me disculpan si suena algo áspero-, los sujetos controlados por este dispositivo se mueven dentro de una norma, por lo que son llamados losnormales, y quienes no, sería incluidos en espacios de encierro y control del Estado, cuyapatria potestadhaya sido retirada a los progenitores. En este sentido, el huérfano estaría por fuera de la norma cultural y el esfuerzo debería estar encaminado a su normalización. Por tanto el fallo de la Corte sobre la adopción es una técnica que normaliza al huérfano y las instituciones como el ICBF descentralizarían su vigilancia y la cederían a los nuevos sujetos en quienes descansarían dicha práctica.

En este orden de ideas, la adopción es una técnica normalizadora cuyo poder individualiza al niño huérfano y sus relaciones intersubjetivas antes limitadas topográficamente por el espacio de encierro, serían las prácticas por medio de las cuales experimentaría su transición a lo normal.

Por otro lado, la adopción podría ser entendida también como un bio-poder donde se regularía la población infantil huérfana y se implementaría el control sobre sus cuerpos. Pero aquí no para todo. ¿En qué infiere este proceso de normalización del huérfano dentro del sistema económico? ¿Puede constituirse en una contribución al capitalismo? En cierto sentido sería una medida de control sobre la población en los procesos económicos. El incremento de la consolidación de hogares implicaría proporcionalmente su vinculación a las dinámicas económicas del común en términos de educación, alimentación, salud, vivienda, etc. de esta manera un asunto que a primera vista es netamente biológico como lo es la vida del huérfano se instaura en la lógica política. Es por esto que – a riesgo de equivocarnos – nos atrevemos a interpretar la adopción como una bio-poder donde se sujeta los cuerpos de los huérfanos y se controla la población. Si alguna vez la peste y el hambre determinaban la peligrosidad haciendo morir; la adopción es frente a la orfandad un dejar vivir.

No sobra decir que este artículo fue escrito inspirado en las postulaciones del filósofo francés Michel Foucault.