La Nación
EDITORIAL

Ataque infame

Diez militares, un sargento y nueve soldados, murieron en un inesperado ataque de las Farc registrado en el corregimiento de Timba, en el municipio de Buenos Aires (Cauca).

Otros 20 militares de la Fuerza de Tarea Apolo resultaron afectados por la onda explosiva. Según el reporte militar ocho militares registran heridas, dos de ellos de consideración y once presentaron problemas por aturdimiento, ocasionado por la explosión.

Los uniformados, orgánicos de la Brigada Móvil 17, adelantaban labores de control territorial, cuando fueron sorprendidos por una comisión de la columna móvil ‘Miller Perdomo’ de las Farc.

En el ataque utilizaron bombas artesanales, granadas y armas de fuego. Según las investigaciones el ataque fue planeado y dirigido contra la unidad militar. No fue producto de una confrontación armada, como sería lo lógico, en un teatro de guerra. El ataque se produce pocos días después de haberse prorrogado la suspensión temporal de los bombardeos contra campamentos de las Farc, como una respuesta del gobierno, para bajarle intensidad al conflicto. Pero no. A este gesto se respondió con una bofetada.

La acción armada viola abiertamente la tregua anunciada en diciembre pasado y pone en tela de juicio la credibilidad de los diálogos de paz. Este es uno de los principales efectos de un acto de barbarie que hay que censurar, sin ninguna contemplación. Y más, cuando se han venido realizando grandes esfuerzos para desescalar el conflicto, como paso previo para un acuerdo de paz. Estas acciones de guerra, a mansalva, no pueden tolerarse.

Las Farc no pueden seguir manejando el doble discurso de persistir en la guerra cuando negocian la paz. Así sea haga, en medio del fuego, como se pactó.

Bajarle la intensidad al conflicto armado es una forma de demostrar voluntad para negociar la paz. Las atrocidades propias de la guerra, son recursos inaceptables para presionar ventajas. El cese bilateral de las hostilidades no debe ser un trofeo de guerra, alcanzado en el campo de batalla. Este debe ser el resultado de un acuerdo final para acabar con la guerra.

Acciones irracionales como ésta, terminaron ahogando, otras posibilidades de paz. La guerrilla no puede repetir los errores del pasado que terminaron eclipsando una salida pacífica.

Cada acto bélico que emprenda la guerrilla  solo anima a los pregoneros de la guerra a persistir en la vía militar.

Y justifica la cerrada oposición que libran contra un proceso de paz. En momentos críticos debe imponerse la sensatez.  La matanza no tiene justificación alguna y merece el repudio colectivo.
 

“Las Farc no pueden seguir manejando el doble discurso de persistir en la guerra cuando negocian la paz”.

 
EDITORIALITO

Comenzó en firme las fiestas del San Pedro. Alcaldía y Gobernación por fin se pusieron de acuerdo para trabajar unidas. La corporación organizadora de las fiestas avanza con pie derecho. Hay que pisar el acelerador. En un mes arrancan las rondas.