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Café huilense: el triunfo del pequeño agricultor

Hace 25 años, cuando finalizó el Pacto Internacional del Café y con él, el sistema de cuotas entre consumidores y productores dando paso a la libre concurrencia en el mercado, los estudios de competitividad adelantados para examinar la capacidad de adaptación de los departamentos productores a esta nueva realidad económica, mostraron que los departamentos del eje cafetero (Caldas, Risaralda y Quindío) junto a Antioquia y El Valle, eran los mejor preparados para competir en las nuevas condiciones de un mercado libre. En ellos predominaba la mediana y gran hacienda cafetera (entre 20 y 300 hectáreas), tenían mejores vías de comunicación, estaban más cercanos a los puertos de embarque y la productividad por hectárea era superior a la del resto del país. 25 años después la caficultura colombiana muestra un panorama muy diferente a cuanto previeron los estudiosos del tema. El Huila, que ocupaba un lugar intermedio entre los departamentos productores, pasó a ser el primero con 155.000 hectáreas sembradas y el 18% de la producción nacional y el Sur Colombiano con los departamentos del Tolima, Huila, Cauca y Nariño se convirtió en el nuevo eje cafetero del país, con más del 40% de la producción.

¿Qué había pasado? La finalización del pacto de cuotas produjo una profunda y prolongada caída en los precios del café pergamino. La gran hacienda cafetera, con elevados costos laborales y obligada a altas inversiones para renovar cultivos más resistentes a plagas y enfermedades como la broca y la roya y mantener una buena productividad, no resistió la crisis y fue optando por hacer reingeniería hacia otros sectores económicos como el turismo, el plátano y las frutas. Los cafeteros del Sur, el 90% de los cuales tienen áreas sembradas inferiores a 5 hectáreas, cuya fuerza laboral fundamental es la mano de obra familiar, y que normalmente complementan sus ingresos con la venta de su fuerza de trabajo en los periodos de menor actividad en la finca, pudieron resistir con mayor facilidad a la crisis. Les ayudó mucho estar ubicados en la zona de influencia del Macizo Colombiano, cuyas condiciones edáficas y climáticas presentan ventajas excepcionales para el cultivo del café arábica, pero también por la tenacidad, disciplina y constancia para persistir en este renglón productivo, introduciendo cambios tecnológicos para mejorar la producción, resistir al cambio climático, elevar la calidad del producto y desarrollar procesos amigables con el medio ambiente. Entendieron que sin una buena asociatividad gremial y empresarial, no podrían salir adelante en sus propósitos. El apoyo institucional del gremio e instituciones del estado como la Secretaria de Agricultura y el Sena, han sido parte esencial de su éxito. Hoy son el modelo que el Huila debe seguir para que en otros renglones agropecuarios, los campesinos alcancen la competitividad que exige un mundo globalizado.