La Nación
COLUMNISTAS

Caricatura del poder

La corrupción acabó con la política e institucionalizó la politiquería, el clientelismo, la inmoralidad y la anarquía en el poder. Así se convirtió en una golosina para oportunistas y delincuentes.

Esta situación trajo consigo el colapso ético y moral de la clase dominante y de los timadores de la política, convertida en politiquería. Y logró que las mayorías anónimas, sean absolutamente indiferentes ante lo que ocurre en las campañas y en el poder ejercido por los representantes del poder económico y político.

La guerra sucia de la extrema derecha que representa el uribismo contra la negociación y superación del conflicto, con anuencia de sectores sociales arribistas, demuestra la decadencia moral de la sociedad colombiana.

Las ideas y principios, que deben guiar los planes y programas de gobierno, de candidatos y elegidos, fueron sustituidos por el cálculo mezquino de perversos avivatos, disfrazados de dirigentes honestos.

La tendencia de la extrema derecha es inequívoca: Concentrar el poder y el capital en pocas manos, bajo el sofisma de que el fin justifica los medios. El todo vale. La refundación del Estado, como Estado de opinión. Lo que se le ocurra al cacique, para dominar y someter a las mayorías.

La evidencia es total. Así impusieron la Ley 100/93 o de mercantilización de la salud. La ley de flexibilización laboral, con la que la clase obrera o asalariada, perdió más de $5.0 billones anuales a favor de la gran empresa. Las leyes de mercantilización de la educación. La seguridad inversionista, con la que el fisco deja de recaudar anualmente más de $12 billones, a favor de multinacionales y grupos financieros. Catapultó el gasto militar hasta convertirlo en  el más alto latinoamericano, sin resultados para la seguridad de las mayorías nacionales. Se disparó la persecución a contradictores. Desbocó el endeudamiento externo e interno, para asegurar las transferencias de lo público a lo privado. Ya alcanza los U$100.000 millones la externa y supera los $200 billones, la interna. Arrasó el patrimonio público a favor de lo privado, etc., etc.

El país mantiene aberrantes indicadores socioeconómicos, mientras crece la corrupción y la impunidad. La corrupción con el narcotráfico, son las mejores opciones de enriquecimiento fácil. La inversión no se licita. Se adjudica a dedo o con maniobras legalistas y coimas. El Huila está en el tercer lugar entre los más corruptos en contratación y Neiva en segundo lugar (semana). Colombia en el tercer puesto.

Esta realidad es la que debe mover a todo ciudadano de bien, para fijarse metas políticas y objetivos de desarrollo nacional y no malbaratar su voto. Todos somos partícipes del suceder político, por acción u omisión, el día de elecciones. Por decisiones equivocadas, tenemos que padecer gobernantes funestos y rapaces.
Todavía hay mecanismos jurídico-constitucionales, que las mayorías pueden usar para defenderse de la felonía e irresponsabilidad de las élites, que siempre han manejado el poder del Estado, a su antojo.

Creo que estamos desperdiciando el recurso del plebiscito que se tiene que convocar a través de las urnas, mediante papeleta adicional. Un gran movimiento nacional, debe desarrollarse, para convocarlo y estructurar el temario. No hay otra salida. Se pudrió la sal.