La Nación
Colombia hipócrita 1 26 abril, 2024
COLUMNISTAS

Colombia hipócrita

Benhur Sánchez Suárez

 

Vencido por la realidad, no me queda más remedio que sentarme a ver transcurrir el tiempo como si viviera en otra esfera. Tantos delitos, tanta corrupción y tanta queja inútil no deja en el alma más camino que la desesperanza.

Cómo no llorar.

Cómo no apenarse de ser representados por individuos maquiavélicos, que nos han engañado con su pose de funcionarios austeros y probos, cuando detrás de sus sonrisas hipócritas palpita el rostro de avezados criminales y corruptos.

Y eso en cualquier esfera de la vida pública en Colombia. Desde presidentes, gerentes, directores de compañías estatales y privadas, ministros, vices y toda la fauna burocrática, que se embolsan el esfuerzo de los colombianos para tener un país más digno, hasta el más oscuro empleado que esquilma las herramientas que se le entregan para cumplir con su deber. Desde un lápiz, unas hojas de papel hasta una maquinaria indispensable. Desde un contrato en ejecución hasta un proyecto en ciernes.

Es el cínico paisaje de un país gobernado por avaros, cuya conducta sólo apunta a manejar para beneficio propio cualquier recurso de la nación. Necropolíticos los llaman, porque viven de la muerte de quienes no aprueban su conducta, condenan a la desaparición a los desarrapados que claman por un trabajo digno, les niegan los derechos y los confunden para que entre ellos mismos se desaparezcan.

Para cumplir con su obligación, es decir para ayudarlos, no hay presupuesto. Para cumplir con el deber no hay recursos. Para crear progreso somos un país pobre. Para robar somos ricos e insaciables. Que lo digan los banqueros y los congresistas.

Esa es la realidad que han querido que exista para embolsarse sin pena los presupuestos de la nación. Cuántas veces nos han robado. Y nosotros aplaudimos y los elegimos.

El peor crimen es condenar al hambre, a la miseria y a la ignorancia al pueblo que los ha elegido tratando encontrar en sus mentes luminosas el progreso. Si acaso, mentes siniestras, que se embolsan el dinero de nuestro futuro.

Hay que verlos en las iglesias, templos, altares de garaje, darse golpes de pecho, pero salir de su éxtasis para maquinar como apropiarse del bien ajeno y gozar con destruir futuros promisorios, comunidades valientes, mentes brillantes.

Y más vergüenza verlos posar sonrientes como si nada malo pasara por sus vidas. Primera plana de periódicos y revistas. Compran como escudo la inocencia que perdieron al nacer, pagan por copar los medios de comunicación con su figura de héroes, sueñan con no ser castigados, se evaden hacia el extranjero a disfrutar de su rapiña.

Quienes debieran castigarlos también disfrutan de la bonanza de la corrupción.

Me duele tanta desfachatez. Y me apena decirlo, pero Colombia es un país sin moral, un país de hipócritas.