La Nación
Juan David Huertas Ramos
COLUMNISTAS

Colombia, un país de intelectuales y casi genios

Al parecer, actualmente Colombia presenta un superávit de intelectualidad, incluso de genialidad. En ese sentido, muchos de los problemas que antiguamente angustiaban la realidad nacional podrían ser, en cuestión de días o meses, un simple testimonio de nuestro pasado ignorante (Así como ocurrió con la firma de la paz con el ELN y su desmantelamiento en sólo tres meses después de la posesión del Gobierno de la vida y la no corrupción).

Sucesos simples como la parranda de Silvestre Dangond y Carlos Vives hacen que reluzcan esas inteligencias desmedidas. El escenario no puede ser otro que el mundo paralelo de las redes sociales. En este caso, los artistas regocijaron a los asistentes con la canción ‘Aracataca te espera’, lo que suscitó polémica, dado que en esta pieza Armando Zabaleta desnuda, entre muchas sombras y pocas luces, la personalidad de Gabriel García Márquez. Lo que causó que muchos defensores de la izquierda se volcaran a descalificar a los artistas e incluso al género musical.

Los comentarios hechos, algunos en forma de diatriba y otros de crónica histórica, dieron cuenta felizmente, de que en Colombia existe un número abrumador de lectores y conocedores profundos de la obra de García Márquez que hacen disquisiciones tan ricas que van desde la revisión de la técnica de escritura, pasando por la composición adjetivada de sus historias, hasta el escudriño de la intimidad psicológica de sus personajes. De forma coincidente, estos lectores defienden el proyecto político de la izquierda, pues se suscriben a esta forma de ver el mundo.

Infortunadamente, debe decirse que la defensa de García Márquez fue casi rabiosa. Lo cual resulta paradójico ya que, de seguro, han sido numerosos los tratados de filosofía política los que han conducido a estas personas a definirse de izquierda (¡Claro está, como no podría ser de otra manera!). En dicho transcurrir han acumulado un vasto arsenal de argumentos teóricos y filosóficos que debería servirles para argumentar, y no para descalificar e insultar, como suele pasar cuando se ven enflaquecidas las carnes del proyecto político del éxito Petro-Márquez.

A pesar de lo anterior, pero presumiendo la buena fe, sólo queda decir que, tal vez estamos en el mejor de los mundos, pues si las mayorías del país respaldan a Petro, y esas mayorías son de la estatura intelectual de la cual se jactan, Colombia es un país de intelectuales y hasta de genios, sin recato de modestia. Lo mejor, es que el país, está gobernado también por genios, basta sólo con analizar la vastísima obra intelectual de Gustavo Petro y de Francia Márquez, cuya agudeza de pensamiento es sin par.