Con una voz firme y un tono que refleja indignación, Duvia Isabel Tovar, quien fuera en 1997 la presidenta de los vendedores ambulantes de Neiva, se refirió a la sentencia condenatoria que obliga a la Alcaldía de Neiva a indemnizar a los comerciantes afectados con el cierre intempestivo y la demolición de las galerías central y satélite del norte hace 17 años. La mujer rememoró el proceso de desalojo, matizado por la arbitrariedad, que cambió por completo su vida y la de decenas de vendedores y sus familias.
Duvia tiene hoy 45 años, es líder comunitaria de la Comuna 10 de Neiva y hasta hace seis años se dedicó a la venta ambulante de alimentos perecederos en los alrededores de la Plaza Cívica Los Libertadores, espacio físico en el cual funcionó la desaparecida galería central.
Y aunque ya no trabaja en el oficio con el cual vivió la incertidumbre y la angustia del desalojo el 24 de diciembre de 1997, rememoró los hechos cuando el entonces alcalde de Neiva, Gustavo Penagos, dio la orden de cierre y demolición de la galería y como empezó para ella y cientos de vendedores un verdadero viacrucis, con una última estación, que en sus palabras fue nefasta: Mercaneiva.
“Trabajé en la galería central desde 1988, nos sacaron en el año 97 y hace seis años que me retiré definitivamente de las ventas ambulantes. En la galería vendía verduras con mi esposo y nos iba muy bien; en ese tiempo comprábamos directamente a la gente del campo, cuando llegaban en las chivas, no como ahora, que es con intermediarios y ellos son los que se ganan la plata”.
“El desalojo y la demolición de la galería nos afectó en todo; en mi caso con mi esposo trabajábamos allá y quedamos prácticamente con los brazos cruzados. También nos afectó porque cuando tumbaron la galería nos fuimos para Mercaneiva y allí perdimos todo el capital que teníamos, los ahorros de largos años de trabajo”.
“Nuestro plante era para la educación de nuestros hijos, pagar la vivienda y las demás obligaciones. Fue una situación muy complicada, incluso psicológicamente vivíamos enfermos con ese desasosiego y esa incertidumbre de qué iba a pasar con nosotros, cómo íbamos a subsistir”, expresó Duvia.
Salida nefasta
En sus palabras, la otrora líder de los vendedores ambulantes calificó la solución de trasladar a los comerciantes de la antigua galería a Mercaneiva como una salida nefasta.
“El traslado de la galería a Mercaneiva fue lo peor que pudo pasarnos, fue nefasto. Llegamos a un acuerdo con la administración municipal de ese entonces y nos dijeron que debíamos irnos a Mercaneiva y que no nos iban a cobrar arriendo allá. Y fue cierto en un principio, luego eso cambió”.
La demolición de la Galería Central de Neiva fue calificada como arbitraria por el Consejo de Estado.
“Nos prometieron que íbamos a tener buen servicio de transporte, que por tres meses iba a haber transporte gratis para que la gente pudiera ir hasta allá. Pero eso sólo fue de 4:00 a.m. a 8:00 a.m. y ya después no había transporte ni siquiera para uno devolverse”.
“Dijeron que iban a hacer unas campañas agresivas de publicidad para promocionar a Mercaneiva, además que iban a haber controles para que la negociación que se fuera hacer con Surabastos no interfiriera en las ventas nuestras y cuando llegamos encontramos una plaza mayorista donde comprábamos, pero a la vez ellos vendían al detal y ese fue uno de los grandes inconvenientes que se presentó”, agregó Duvia.
El retorno
Según la mujer, tras el panorama encontrado en Mercaneiva, los comerciantes no tuvieron más remedio que regresar a las calles adyacentes de la antigua galería central.
“En Mercaneiva duramos como un mes nada más, nos devolvimos para el centro. La gente que se fue para allá no vendía, muchas personas perdieron plata como nosotros y quedaron con los brazos cruzados. Regresar fue una decisión que tomamos con las personas que nos habíamos ido. Volvimos al mismo sitio adonde siempre han estado las ventas de mercado, que es lo que se conoce hoy como la Plaza Cívica, volvimos a sus alrededores”.
“Es una zona donde sobrevive el olor a mercado de aquella galería central que destruyeran bajo quién sabe qué intereses y que nunca debimos habernos dejado quitar, pero fueron obstinados con la idea de sacarnos hasta que lo lograron”, enfatizó Duvia Isabel.
La actualidad
Tal como se mencionaba, hoy Duvia es líder comunitaria de la Comuna 10 de Neiva. Hasta hace seis años se dedicó a la venta ambulante de alimentos perecederos en los alrededores de la Plaza Cívica. Toda su familia también viró, ninguno de los cuatro hijos varones de Duvia ni su esposo continuó en el oficio.
Los hierros retorcidos de la demolida construcción fueron la única herencia que recogieron algunos ciudadanos.
“Mi esposo es fotógrafo y yo me he dedicado a trabajar con las comunidades. En este momento soy líder de la Comuna 10 y soy presidenta de la Junta de Acción Comunal. Mis hijos han tomado sus rumbos y cada uno se dedicó a cosas distintas que las ventas ambulantes”.
“De las personas que en ese tiempo dimos la lucha, hoy hay unos 40 que todavía están dedicados a las ventas de alimentos. Otros quedaron en Mercaneiva y otros definitivamente se han ido hasta de la ciudad, la demolición de la galería acabó con la vida de muchas familias humildes”, mencionó la hoy lideresa popular.
La sentencia
Y aunque celebra la sentencia condenatoria que obliga a la Alcaldía de Neiva a indemnizar por perjuicios a 351 comerciantes afectados con las medidas de desalojo y demolición, con un pago de 3.277 millones de pesos, para Duvia Isabel Tovar, ni toda la plata del mundo compensa las afectaciones económicas, pero sobre todo inmateriales que les causaron.
“Es la mejor determinación que se puede haber dado, en aras de que nos reconozcan de alguna manera esa violación al trabajo y a nuestra subsistencia, porque desde que demolieron la galería central nada volvió a ser igual para nadie”.
“Lo hecho, hecho está y creo que es algo, pero nunca podrán resarcir el daño inmenso e histórico que nos hicieron y que le ocasionaron a la ciudad. Ningún dinero puede recompensar lo que perdimos ni pueden repararnos en su totalidad, tampoco con lo que nos den van a devolvernos lo que perdimos; esperaremos qué viene con el tema de la indemnización”, comentó Duvia Isabel.
‘Esto nunca debió pasar’
Y aunque sabe que con el tiempo pasado nada regresa, la mujer se refiere con nostalgia a la actuación, señalada por el Consejo de Estado como arbitraria y que cambió la vida de muchas familias neivanas.
“Aunque ha pasado mucho tiempo, uno a veces anhela que esto nunca hubiera pasado. Pero es que no tuvimos una administración que entendiera lo que proponíamos, simplemente fueron arbitrarios, nos llevaron a la fuerza y pasaron por encima de familias que no teníamos nada más, sino nuestras cosas para trabajar allí en la galería central”.
“Lo mejor es que esto no hubiera pasado. Era una época muy pesada, pero los que trabajamos en la galería nos habíamos preocupado por hacer de ella un punto de calidad e incluso había unos proyectos para arreglarla y eso lo conocía la administración, pero de un momento a otro llegaron y nos sacaron sin más”, finalizó Duvia Isabel Tovar.