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De chamanes a imanes – Alvaro Carrera Carrera

La sabiduría puede ser una trampa, cuando son más los interrogantes que las respuestas que ofrece La sabiduría puede ser una trampa, cuando son más los interrogantes que las respuestas que ofrece. La fruta del bien y del mal y el árbol de la sabiduría del Génesis –con todo el respeto con los teólogos- puede ser el mayor enigma del Pentateuco. En el recital del Sagrado Libro, no hay otro versículo que presente un dilema que se ha prolongado desde que Eva se dejó seducir por Satán y la curiosidad, hasta hoy, cuando el conocimiento sobre los átomos nos ofrece la posibilidad del holocausto nuclear. Los relatos de escribas de las tribus israelí y judaica, son perfectamente asimilables incluso para las inquietudes místicas. El problema de la sabiduría, en cambio, en la pluma de los padres de la Iglesia, de Agustín de Hipona, es el origen del pecado, la causa de la redención. Tema de preocupación del pensamiento humano. Porqué no discurrir que los Neandertal desaparecieron (hace pocos milenios) porque no se dejaron seducir por la culebra y el maligno. Prefirieron la feliz convivencia con la naturaleza, amar el lenguaje con las fieras, que caer en la necedad de interrogar al cosmos por sus secretos. Los cromañones, sí incurrimos en tal curiosidad y estamos llenos de interrogantes, angustias; nos aterra los sufrimientos, la muerte y lo que sigue después. Es atinado pensar que la función de traducir la realidad que nos asignan los neuro-científicos, va más lejos. También es completarla. De ahí que la fantasía como función cósmica del sujeto, puede dilucidar la razón suficiente de la religión, de la relación con los dioses. El complejo mundo de culturas que fabrican símbolos, misterios, señales, santuarios, grutas, ermitaños, santos, pagodas, basílicas, ermitas, kaabas, mezquitas, peregrinos, herejes, pirámides, inquisiciones, holocaustos, chamanes, obispos, califas, imanes, ayatolas, lamas, guerras santas, hogueras, purificaciones, asesinatos de la mano de los dioses. Muchos podrán decir que la fábrica de imágenes también implica la posibilidad de no creer, de borrar las revelaciones y señales divinas para el mundo. Marx, ateo, renegó; la religión es el opio del pueblo. Pero las figuras de ángeles, dioses y demiurgos siguieron llenando las páginas de la cultura de los países en los que se quiso eliminar la fe. Cómo armonizar tanta creencia. Más ahora, cuando hay dioses únicos. Algunos tan intransigentes que no toleran al incrédulo. El Estado laico que parece más viable para el paganismo, sin embargo nació como solución para la teocracia absoluta. Había otra percepción; la posibilidad de separar lo de dios y lo de César. Dos maneras de traducir el mundo ¡en el mismo sujeto! Con él, la sabiduría consiste en carecer de verdades absolutas.