La Nación
OPINIÓN

¿De dónde sale el dinero?

Con la inauguración en días anteriores del centro comercial San Juan Plaza, Neiva se consolida como un municipio en basta etapa de potenciamiento estructural. No solo es el hecho de que se creen importantes complejos comerciales, prácticamente en cada uno de los puntos cardinales del casco urbano, es lo impresionante del que sean edificaciones tan ambiciosas, con un despliegue prominente de locales, marcas y diseños.
 
Maravilloso y aplaudible el fenómeno de expansión que tenemos. Ni más faltaba. Qué mejor que la capital se modernice y adopte una imagen más cosmopolita, donde los propios y visitantes no duden en invertir. Mucho mejor que el mercado se dinamice y que a todos nos toque un poco de ese flujo constante de dinero.
 
Pero disculpen, no puedo dejar de ser suspicaz. He estado dándome a la tarea, desde hace muchos meses, de ver con detenimiento la forma y características de este portento estructural, donde pareciera, son más las singularidades de las que nos imaginamos. 
 
Si usted hace el ejercicio simple de pasearse por las periferias orientales de Neiva, o quizá en la latitud sur del municipio, muy seguramente se encontrará con imponentes mega construcciones de apartamentos y complejos de vivienda. Algunos de estos listos para habitarse, otros en plena etapa de adecuamiento, y otros, en lapso previo a la ejecución. Los terrenos, que han pasado de valer un peso a valer más de diez veces este precio, ya han sido comprados o negociados y se encuentran listos para empezar el proyecto. Lo mismo pasa con las urbanizaciones, aunque el precio total de una residencia, bien casa o apartamento, es de centenares de millones de pesos, si se cuestiona, ya han sido adquiridos casi en su totalidad.
 
La tasa de interés de los bancos no ha bajado mucho, y aunque el gobierno subsidia un canon importante para la compra de vivienda nueva, igual a un cristiano de a pie, como la mayoría de los neivanos, le faltaría digamos que un total del 70% de endeudamiento por cubrir. Sin mencionar los precios adyacentes que se puedan generar. Es decir, por mucha ayuda e intereses bajos, todo sigue siendo caro, al menos, para le inmensa mayoría.
 
Al ver con detenimiento, en Neiva y en el Huila en general  no hay industria, ni un comercio tan fuerte como para solventar una burbuja inmobiliaria tan descomunal. Al preguntársele a un gremio que se encuentra tan directamente en contacto con el flujo monetario, como el de los transportadores, la mayoría coincidirá en afirmar que el trabajo cada vez es más duro, y que aunque se sigan viendo inversiones superiores a las que se puedan generar con la expectativa económica de un asalariado de oficina, la verdad es que ese dinero, que todos podemos palpar, pero al que muy poco podemos acceder, se sigue acaparando en restringidas inversiones. Y al contrario de lo que dije al principio, y de lo que uno creyera, casi no está teniendo un impacto frentero con las finanzas normales del comercio minoritario del municipio. Es decir, palabras más, palabra menos, el aparente flujo de dinero que demuestran semejantes construcciones es inversamente proporcional con la escasez que se vive en el transporte, o en el comercio mismo.
 
En fin, esa burbuja inmobiliaria  puede tener uno de tres puntos de partida: i) La mayoría de ciudadanos que se ganan dos salarios mínimos, que viven del crédito y andan en moto taxi, se endeudan por veinte años con un banco para pagar un apartamento de trescientos millones de pesos; ii) Existe una mafia política que reparte casas a diestra y siniestra con fines electorales; o, iii)  En Neiva se vive un abundante pero restringido flujo de dinero, de dudosa procedencia.