La Nación
COLUMNISTAS

Debilidad y cobardía en la frontera

Es evidente, que los jefes de estado son radicalmente distintos unos de otros. Los hay cobardes y débiles, fuertes y valientes; fuertes pero cobardes, débiles pero valientes. Se evidencia, igualmente, que el presidente Santos y su canciller, no clasifican en la escala. Pertenecen ellos, a la estirpe de los débiles y los cobardes. Debilidad, ante el tirano, que atropelló a Colombia, representado en los niños y mujeres con sus enseres al hombro, por el pedregoso río fronterizo, huyendo de la demolición de sus ranchos y la persecución del dictador. Cobardía, porque el desquiciado monarca venezolano, parapetado en el apoyo al proceso de paz, les declaró la guerra y los puso de rodillas. Nunca antes cayó tan abajo, la grandeza de Colombia. Gracias a Uribe Vélez, el presidente de la dignidad y el patriotismo, que refrendó en la cara del tirano nuestras insignias y valores. Que izó nuestra bandera en el puente de la vergüenza  y se abrazó a los nuestros que además de sus andrajos, cargaban en su humanidad, el estigma de asesinos y narcotraficantes. ¡Colombia patria mía! Cómo nos duele tu dolor. La sangre de Ricaurte en San Mateo, de Policarpa y Antonia Santos, sirva de bálsamo y consuelo en las heridas profundas de nuestro pueblo. Que la traición de Ernesto Samper, no merezca otro destino que el cadalso, el mismo que padecieron nuestros héroes de mano de los conquistadores. Repudiado por los Estados Unidos, y elegido por un cartel como presidente, Samper es cómplice de Maduro y el mayor enemigo de la patria. Maldad y cinismo inéditos en nuestra historia, cuando al unísono con Maduro, ha certificado ante el mundo, desde la Unasur, que esos desnutridos colombianos desplazados de Venezuela son asesinos y narcotraficantes. Asesinos los de Gómez Hurtado, narcotraficantes los del proceso 8.000, con Usted a la cabeza, innoble expresidente. En hora buena su caída de la Unasur. Buen viaje, a la guarida, que la historia ha reservado para los apátridas y los traidores. Nuestro sumiso presidente, habrá de recibir esa muchedumbre de colombianos y venezolanos, que provienen del régimen castro-chavista, donde no hay comida, papel, medicamentos, ni productos elementales para la vida.
Los recibe con un recorte presupuestal de 640.000 millones, y 140.000 millones de obligaciones vencidas. Un hueco fiscal de 12 billones, producto del derroche, viajes, paseos y promociones costosas del proceso de La Habana. Una sola fiesta en Cartagena, nos costó 65.000 millones de devaluados pesos. La inseguridad y el crimen sin control. Mejor dicho, si por allá está lloviendo, por acá no escampa.