La Nación
COLUMNISTAS

Democracia de papel

 

El régimen político y económico instaurado en Colombia, desde hace más de 200 años, siempre ha estado al servicio del capital y ha excluido a las mayorías. La definición de democracia, poco tiene que ver con la práctica del poder político.

Las mayorías confunden el festín electoral y el tendencioso ordenamiento jurídico-legal, con democracia.

El régimen, dominado por cualquier matiz político ejerce el poder para beneficio de minorías y para acatar directrices del capitalismo global (Banco Mundial y el F.M.), sector financiero y empresarial nacional.

Hay una distancia abismal, entre el abandono secular del pueblo raso y el festín del poder de las élites. El gobierno, no representa al pueblo, ni el pueblo tiene cómo exigirle que lo haga. El resultado: atraso socioeconómico, industrial, tecnológico y de servicios.

El régimen explota y manipula el concepto de derecho fundamental.

Un derecho fundamental, no puede ser sometido a la voracidad de comerciantes inescrupulosos, como ocurre con la salud. Los servicios de salud, en general, mediante leyes aprobadas en el congreso y anuencia del gobierno, los convirtieron en negocio, para unos pocos comerciantes de la salud.

Dictan leyes y decretos disque para corregir deficiencias, precisar alcances y responder al derecho de los ciudadanos. Cada día, el caos y el abuso es mayor.

¿Qué puede hacer el ciudadano común, para orientar el desarrollo de la nación, en beneficio de todos?

Las decisiones las toman unos pocos, bajo la batuta del gran poder económico y político, de la politiquería, el clientelismo y la corrupción.

Durante el festín electoral, los candidatos no se ocupan de los problemas que agobian al pueblo. La irresponsabilidad político-social, la inmoralidad, la mezquindad y la codicia, los domina.

¿Qué puede hacer el pueblo raso, para ordenar las decisiones del poder, respecto al régimen salarial-laboral, la priorización de la inversión, el sistema de pensiones, el negocio de la salud, el precio de los combustibles, la inversión pública, el sistema carcelario, la impunidad, la inseguridad, por ejemplo? ¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie, contra la feria del patrimonio público y la concentración de la riqueza.

¿Para erradicar la corrupción, practicada desde las más altas esferas del poder?

¿Qué pude hacer Juan Pueblo que solo tiene derecho al voto y la obligación de pagar impuestos? Proporcionalmente a sus ingresos, el pobre paga más impuesto que los ricos.

Inicia un nuevo período de ejercicio de poder, regional y local. Todo seguirá igual o peor. Habitualmente los gobernantes no seleccionen a los más HONESTOS y CAPACES.

Parece que por conveniencia invierten el sentido del concepto. Común es que se rodeen de los más funestos y rapaces. Los hechos lo confirman.

El gobierno nacional anuncia un plebiscito, para refrendar las negociaciones de La Habana. Debe aprovecharse para educar al ciudadano sobre ese tema y el referendo. Lo que por conveniencia o corrupción hace o no hace el gobernante en perjuicio de la comunidad, el pueblo puede ordenarlo a través del plebiscito o el referendo. Por ejemplo, sobre la PTAR, la contratación en EPN, el contrato de alumbrado público, la recolección de basuras por selección en la fuente. Todo lo puede ordenar el pueblo.

Son interrogantes a los problemas, que un gobierno responsable y con sentido recto de solidaridad social, puede resolver desde el poder, si actúa coherentemente sobre la problemática que genera la inequidad, la injusticia, la irresponsabilidad y el atraso.