La Nación
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Dificultades de una ley. Por Jorge Guebely

El comentario de Elías Difícil el futuro de la Ley de Víctima, nuestro Estado no se ocupa de la gente, especialmente si son pobres, sólo se preocupa por la economía de los poderosos, los que pagan las elecciones. Difícil desde el comienzo, costaba entender las razones del presidente Santos para acoger la iniciativa en su plan de gobierno. Él es liberal y los liberales tienen un acuerdo programático con los conservadores: defender a los pudientes. Los menesterosos sólo tienen migajas. Basta observar esa gran figura de la política colombiana, al doctor Uribe Vélez: liberal de pura cepa, conservador de puro corazón, terrateniente de pura sangre, populista de puro instinto. Difícil porque casi nadie se preocupa por las víctimas populares, gente que no genera desarrollo económico ni votos. La mayoría no vota o merca su voto por tamales o cargos. El Estado no se ocupa de quienes no sienten “dolor de patria”, tal vez ni siquiera sienten, la misma inquietud de los encomenderos coloniales. El “dolor de patria” sólo lo siente la “gente de bien”, es decir, con muchos bienes. Por eso les parece insólito restituir terrenos a los pobres, a esos que no son “patriotas”, ni tienen megaproyectos y, más bien, emigran al extranjero, los que pueden, para feriar fuerza de trabajo al mejor postor. Muy difícil y peligroso porque la “gente de bien” tiene sus ejércitos para defender sus bienes, saben que este país no es de leyes sino de balas y corrupción. (Aquí ni siquiera ha entrado el pensamiento santanderista, parecía demasiado liberal para un país demasiado conservador) Tiene muchos militares del ejército nacional, una banda de políticos incrustada en el Estado, alguna parte del poder judicial, una cuadrilla de notarios y abogados… También los servicios de paramilitares, de sicarios, de narcotraficantes, aterrorizando las regiones donde hay restitución de tierra. Intimidan con horror, se hacen visibles en moto, o a pie, o en grupitos, o en filas, para amedrentar la población. Cambian los linderos según sus horrendos antojos, irrumpen en casas campesinas a cualquier hora de la madrugada, destruyen cultivos de pancoger, visten con prendas militares, usan pasamontañas, amenazan con fusiles, pasean con perros rabiosos, sadismo para elevar el nivel de terror y sufrimiento. Son implacables con los insistentes, los declaran personas incómodas, muchas terminan desaparecidas y asesinadas. Hasta ahora van 59 acribilladas, el verdadero escarmiento preventivo para los otros, para los fastidiosos al poder agrario. Ante tantas dificultades, hay que insistir en más cultura ciudadana, más democracia y menos cultura militar. lunpapel@gmail.com