Por: Sergio Felipe Salamanca Borrero
Durante los últimos años he llevado a cabo un proceso de seguimiento a las diferentes iniciativas legislativas que han existido en torno al cáncer en nuestro continente, encontrando que existe una tendencia hacia la creación de leyes generales del cáncer. Al respecto, considero que este tipo de tendencia legislativa debe ser examinada con mucha cautela, por las siguientes razones: (i). El querer abarcar todos los tipos de cáncer en una sola ley puede terminar siendo contraproducente e incluso peligroso para los mismos pacientes, pues por la complejidad de esta condición médica, se podrían omitir aspectos relevantes de cada tipo de cáncer; (ii). Al intentar abarcarse todos los tipos de cáncer en una sola ley, esta terminaría siendo considerablemente extensa, abriéndole la puerta a la posibilidad de que es incluyan “micos” durante su trámite. Esto, sin mencionar que, por su extensión, su trámite se vuelve más difícil; y (iii). Al ser una condición médica tan compleja, considero que cada tipo de cáncer debe ser abordado legislativamente en sus diferentes etapas y aristas, tales como: la etapa de prevención, la etapa de tratamiento y la etapa de cuidados paliativos, así como la etapa de la muerte digna (el cual es un tema bastante espinoso que históricamente ha sido evitado por parte del legislador colombiano). De igual forma, debe abordarse un tratamiento diferenciado entre el cáncer en menores de edad y en adultos.
Como lo podrán apreciar, la intención de construir una ley general del cáncer puede terminar siendo un arma de doble filo que afectaría principalmente a los pacientes. En este sentido, considero que en Colombia deberíamos iniciar el proceso de construir leyes especializadas en cada tipo de cáncer. Así, por ejemplo, en el caso del Cáncer de Cuello Uterino y de los demás tipos de cáncer asociados al VPH, se podría diseñar una ley con un fuerte enfoque hacia la prevención. En el ámbito de la prevención, la ley podría llenar vacíos y zonas grises que históricamente han tenido una fuerte repercusión en las estrategias de vacunación, tales como: la validez y autonomía del consentimiento dado por los menores de edad de 14 años en adelante, en relación con la aplicación de la vacuna contra el VPH, así como la expansión de las estrategias de vacunación públicas contra el VPH a varones.